lunes, 5 de febrero de 2018

Las consecuencias de la PAC en el territorio.

Resultado de imagen de la PACEl capitalismo tras su escalada totalitaria de las últimas décadas, está batiendo  una cruzada contra la agricultura y ganadería local, que, sin duda, engrandece el modelo agroindustrial, que es el que impera. Debido a que las políticas llevadas a cabo por todas las administraciones, tanto locales como comunitarias, benefician a la industria agrícola en detrimento de la agricultura local. Esta dualidad en deterioro de los pequeños agricultores y en favor de las grandes corporaciones agrícolas, es sustentada y amamantada por las políticas del estado de bienestar, llamadas en este caso Política Agraria Comunitaria (PAC). Los gestores siguen adelante estas prácticas extractivas que precisan de una elevada cantidad de recursos naturales y que lleva al deterioro del territorio, aún en el momento crítico en el que nos encontramos de cambio climático y sequía.



Tomamos, el documental “La poderosa agricultura europea” [1] para mostrar la situación de los agricultores en función del lugar donde cultivan, y como la gestionan los mandatarios de la política. Estos últimos mediante las subvenciones a los productos agrícolas europeos provocan la eliminación del primer sector y posterior inmigración de los indígenas de países africanos y de América latina hacia Europa y EEUU. Aunque "La poderosa agricultura europea" se centra en el perjuicio producido a los indígenas de países del sur, vemos que el abanico de perjudicados es mucho más amplio pues son todos los agricultores pequeños y medianos, sin importar el lugar en que siembran, los que sufren las consecuencias del régimen industrial.  La política agrícola de la Comunidad Europea es un trasvase  monetario del dinero de los ciudadanos (impuestos) a las grandes empresas (subvenciones), tanto sean agrícolas o no lo sean. Por lo que la PAC, junto a otras causas, tiene un alto grado de culpa de la desaparición de los agricultores que no participan en la agricultura industrial e intensiva, los cuales se ven forzados a abandonar sus oficios y sus tierras. Por lo que resulta curioso que la situación que plantea el documental ya se vivió  en nuestras tierras, con el etnocidio silencioso del campesinado. Tan solo con dar una vuelta por la península Ibérica podemos ver el resultado de estas políticas agrarias aplicadas, desde hace algunas  décadas, siendo visible  grandes extensiones de terrenos antes cultivables que ahora están completamente abandonados y llenos de maleza. Por lo que no debería extrañarnos, cuando las llamas de los últimos incendios forestales  invaden la puerta de nuestros pueblos pues también ese modelo es el impuesto.

La institución de la Unión Europea asigna dos montantes económicos desde la bolsa del estado de bienestar a la agricultura de Europa. Un aporte lo realiza mediante la Política Agraria Comunitaria (PAC) a la producción agrícola y ganadera de la comunidad, a más cantidad más dinero y más exportación. Y otro aparte de dinero, la UE lo destina al producto que es exportado a los países de África y de América del Sur. Ambas cantidades son repartidas en función de la actividad y la cantidad, según consta en los documentos de la PAC, pero vemos que al final, ambas premisas recaen solo sobre entidades que mueven grandes cantidades de recursos y capital, la gran empresa [2]. Ambos aportes de dinero desnivelan el precio final del producto. El precio es más bajo del normal e impide que se pueda competir con la economía local.


Por otro lado, el reportaje nos muestra la agonía en que se encuentran los ganaderos indígenas de los países destino de la exportación agrícola. Nos refleja, el caso de un lechero, que vive en continuo estado de ahogo debido a que a los precios que puede ofertar en el mercado su leche, no llega a  cubrir sus gastos, llevándole al dilema de: vender las vacas y acabar con su oficio, con la única opción, de salir a buscarse la vida fuera o continuar viviendo en un estado progresivo de pobreza. Además si comparamos estos precios con la leche (en polvo) que venden en la tienda del pueblo, e importada desde Holanda, el agravio es mucho mayor. El precio está muy devaluado, ya que dos tercios de su coste han sido abonados por la subvención europea, así que la leche de sus vacas casi nadie se la compra.

El problema parece que está en las antípodas pero remitiéndonos a nuestra historia local podemos saber cómo termina la historia, ya que nuestros antepasados lo han vivido en primera persona y nosotros estamos sufriendo las consecuencias. La comarca del Alto Palancia ha sido históricamente agrícola, como el resto de la península pero debido a las políticas llevadas a cabo por la administración, los cultivos han sido abandonados y la ganadería extinguida. En los años 70 fue la última emigración hacia la ciudad y el final del trabajo campesino. Anterior a esta década en la comarca del Palancia se cosechaba grandes cantidades de almendras, aceite, cerezas, caquis y tantos otros productos hortofrutícolas. De alguna manera era la despensa de la ciudad, y hoy está desaparecida. Ahora nuestras hortalizas y frutas vienen de países que están a miles de kilómetros, ofertadas en grandes almacenes. Esa es la economía que esta financiando el Estado y la Unión Europea, en un claro avance totalitario

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Por citar un ejemplo local, el mercado del jueves de Segorbe, comenzaba a las 5:00 horas de la madrugada para el suministro a las tiendas de los pueblos y a partir de las 8:00 horas era destinado al cliente y el paisano. ¿Dónde está ahora toda esta actividad productiva y distributiva? La PAC puede ser una de las respuestas, entre otras, de las políticas llevadas a cabo por el entramado sistema capitalista. El modelo de producción de comida industrial requiere de velocidad para mover los productos de lado a lado del planeta, de ahí las ansías de los políticos en medios de transporte tipo el Corredor de Mediterráneo. Por eso, estos días pasados  el Sr Ximo Puig president de la Generalitat Valencia acompañado de la corte empresarial valenciana y murciana clamaron al gobierno central para la construcción y puesta en marcha del corredor [3]. La izquierda está teniendo un papel importante en estas peticiones, así como los políticos locales que reclaman "igualdad" de condiciones con respecto al entramado que los "margina", lo que significa la multiplicación de trenes de alta velocidad que tiene que soportar el territorio y la devastación del mismo. 
 


Alfonso Soler colaborador El Eco del Palancia.

4 comentarios:

Cecilio dijo...

Pues ya ves compañero... Cuanta razón. Justamente el otro día ojeando La revista Raíces vi una entrevista a un agricultor hablando sobre la PAC que quiero volver a leer. Ahora es Europa quien decide por todos y todas nosotros, que tienes que cultivar, cuantas cabezas de ganado tienes que tener, apretando y apretando cada vez más. Han habido mogollón de prohibiciones que solo han hecho que degradar nuestra sostenibilidad y nuestro entorno. Ahora los mismos que parecen los salvadores de lo rural son los mismos que lo destruyeron. Pero ahora solo quieren crear un espejismo a modo de espectáculo al que sacarle un rendimiento mientras muchos y muchas piensan que es lo más. Sin campesinos es imposible el mundo rural y la sostenibilidad real.

Anónimo dijo...

¿pero quien quiere volver a ser campesino?

Anónimo dijo...

La verdad es que una sociedad hedonista y narcisista, o como nos detalló en esta web hace algunos días en el art “ Analfabetismo desarrollado: la ignorancia sofisticada de nuestros días “ es difícil que vuelva a surgir una sociedad que reclame una vida humanista y de unos “valores éticos básicos del deber no de derecho” cercanos a la tierra, viendo que es el campo quien nos suministra el alimento. Por destacar algún acto de protesta y búsqueda de escape como fue el 15M, donde surgió una señal de movimiento pero lo único que se reclamó NARCISO FUE más subvención, mas Estado (gobernado por el ppsoe) más ayuda a los bancos y eso nos dieron.
Campesino como cualquier otro oficio es una labor de agrado a las personas que lo procesan y si además le reporta dinero, mejor que mejor. Solo entablando una conversación con un carpintero o campesino se observa enseguida que goza con su trabajo, cada día es distinto al anterior, muy diferente al trabajo de oficina de protocolos absurdos. El problema surge cuando se enfrenta a los grandes almacenes que como arriba he escrito están subvencionados, de una u otra forma. Aunque el problema creo que es más cercano al pensamiento de la sociedad urbanita que ven a algunos oficios asociados a adjetivos de desprecio o insulto e inscritos a la casta más baja de la sociedad (leer “vidas a la intemperie”) que es el caso del campesino.
En el lado económico y de la ley, el agricultor al ofertar su cosecha se enfrenta a varios entramados que le regulan el precio de venta de su cosecha por el capital, como son las bosas a futuro; a la subvención; al dumping gran super; a la climatología que es el seguro y a un entramado de reglamentos de la administración que imposibilita dicha actividad. Pero claro que la gente quiere ser campesino.


Alfonso

Cecilio dijo...

El tema no es volver tal y como exactamente estaban los campesinos si no tomar esa forma de vida y la relación con su medio como referencia. Es la única forma de llevar sosteniblemente el planeta y no con las descabelladas ideas que tanto ecologistas progres, como negacionistas del cambio climático, nos pretenden vender. Saludos