sábado, 4 de agosto de 2012

Las Mandas.

A continuación me propongo esbozar lo que de manera tradicional se conoce en nuestros pueblos con el nombre de las mandas. Como tantas otras tradiciones de estas tierras puede que suene raro para los más jóvenes hablar de todo ello, pero creo que por suerte incluso para muchos de ellos, y en esta ocasión en particular, esta será una excepción, y es que todavía es corriente en la mayoría de los pueblos el realizar este rito ancestral que tanto nos dice de un pasado nada lejano.

Vinculada sobre todo a los meses estivales, en los que la afluencia de gente y el uso del agua son mayores debido al cultivo de la hortaliza de manera principal, y aunque en los municipios con mayor número de regantes como por ejemplo Segorbe estas sean continuas todo el año, cualquiera de nosotros podemos observar en las plazas principales de nuestros pueblos un corrillo de gentes que allá las nueve de la noche (algunos un poco antes para comentar con esmero los acontecimientos más destacados de la jornada) se reúnen en un semicírculo que como digo para muchos podrá resultar extraño, ya que lo que antaño fue común, y digo el reunirse en la calle para discutir de manera asamblearia los problemas de la agricultura (y pese a que en más de una ocasión estas hayan llegado casi a las manos), hoy pueda parecer de postal o estampa. Estas gentes, antaño ataviadas con su blusón y sus esparteñas o alpargatas, hoy han variado ligeramente pero merecen nuestro respeto solo por el hecho de seguir manteniendo viva esta peculiar tradición.


En cuanto a la dinámica de estas, y sin entrar en el funcionamiento interno de las comunidades de regantes, en las que como todos sabemos existen múltiples problemas y excepciones, las mandas son por llamarlo de alguna manera el único reducto de asamblearismo y horizontalidad que queda en estas tierras para cara a cara discutir, entre otros, los problemas que vayan surgiendo incluso poniendo las sanciones pertinentes a aquellos que no cumplan las normas de una manera independiente a las instituciones, además de establecer el turno de regantes, lo cual algunos ponemos como ejemplo de lo que podría ser la gestión de otros bienes. Están presididas por el sequiero o acequiero y son participes de ellas todos aquellos interesados en regar sus campos en la jornada siguiente. Así pues, a la hora en punto el sequiero, haciendo ademán según su tradición (subiéndose en alto, arremangándose los pantalones, etc.) comienza a preguntar por partidas o balsas los interesados en regar, en este caso la situación variará dependiendo de la demanda de agua para cada una de las balsas, lo que también determinará si se hacen mandas todos los días (lo que antaño era habitual) o solamente alguno como ha ocurrido en algún que otro municipio palantino este estío dada la escasez de agua.

Siguiendo con la dinámica, lo normal es que los regantes, a partir de ahora tandados o tandaos, se pongan de acuerdo según la proximidad de sus respectivos bancales a la balsa. Así el que más cerca tenga el bancal regará nada más abrir la balsa, después el siguiente y así sucesivamente en orden descendente. Una vez terminados los tandaos, el regante que quiera podrá coger el agua si lo desea, pero lo importante es que deberá respetar el turno de los que hayan acudido a coger mandas, lo cual es habitual en estos días en los que ni el agua escasea lo suficiente ni el número de regantes es ni siquiera semejante al de antaño para que las condiciones de escasez sean pertinentes, aunque también es cierto que luego en cada pueblo existen numerosos problemas que en este sentido surgen pero que no es mi intención ahora comentar (la historia interminable: que si me has cortao el agua, que si yo no te cortao na, que si me cago en... y otros). Así pues, como digo es corriente que un regante se lleve el agua y luego la corte para que luego llegue otro a abrir la balsa de nuevo y se la lleve más arriba o más abajo, con la consiguiente pérdida de agua que irá al río cada vez, y así sucesivamente. Esto por supuesto no podía ocurrir cuando un gran número de agricultores deseaban regar y el agua era limitada. Entonces se ponía en práctica el conocido en muchos pueblos como riego por parada o pará. Este a diferencia del anterior tiene la particularidad de que cualquier regante tiene derecho a regar según el orden antes descrito (en sentido descendente) aunque no haya acudido a por mandas el día de antes. El agua es la que establece el turno según su paso por los distintos bancales, y si a alguien se le pasa el turno y luego quiere regar no podrá hacerlo hasta el día siguiente o hasta que el agua no haya completado el círculo y de nuevo llegue a su bancal. Es por ello que en muchas ocasiones nuestros antepasados tuvieran que regar incluso de noche si les correspondía, lo que seguro daba lugar a un buen número de otras anécdotas y tradiciones que esperamos vayan sumándose a esta aportación.

Por último, es de mi interés también remarcar un hecho que ocurre en varios pueblos en los que en mayor o menor medida las comunidades de regantes han sido en parte “asumidas” por los ayuntamientos. Me refiero a la propiedad de las balsas, las cuales fueron construidas por los agricultores cediendo sus parcelas, y hoy en día pertenecen a los ayuntamientos. En algunos casos ha sido por los planes urbanísticos que han destruido parte de nuestro patrimonio comarcal, en otros porque la construcción de las nuevas balsas las han asumido ellos, pero el caso es que a la hora de la verdad, ese patrimonio antes atribuido al conjunto de los agricultores, y por lo tanto comunitario o comunal, hoy no se encuentra en esa situación, como desde este espacio ya se ha dicho que ha ocurrido con otros bienes, como por ejemplo los montes. Por lo que en una situación distinta a la actual seamos conscientes que la titularidad y la legitimidad del uso de las aguas puede que no recayera enteramente en las voluntades de sus legítimos dueños, es decir, los agricultores, pudiéndoles dar otro uso que no tendría por qué ser el pertinente (regar) y encontrándonos así en una clara situación de desposesión en la toma de las decisiones.



No hay comentarios: