martes, 19 de marzo de 2013

Carta enviada al periódico "Nosotros", por un miembro de la Columna de hierro.

Rescatamos esta interesante carta en la que se muestra cual era el sentir, el día a día y el estado de ánimo de la "Columna de hierro" ante la difícil situación que acontecía en el frente de guerra y que acabaría con el decreto de militarización obligatoria. La carta data del 16 de Marzo de 1937 y se publicó en el periódico "Nosotros".

"La Historia que recoge lo bueno y lo malo que los hombres hacen, hablará un día.Y esa Historia dirá que la Columna de Hierro fue quizá la única en España que tuvo visión clara de lo que debió ser nuestra Revolución. Dirá también que fue la que más resistencia ofreció a la militarización."


'''Incomprensión general'''




No nos han comprendido, y, por no poder comprendernos, no nos han querido. Hemos luchado no son necesarias ahora falsas modestias, que a nada conducen; hemos luchado, repito, como pocos.

Nuestra línea de fuego ha sido siempre la primera, ya que en nuestro sector, desde el primer día hemos sido los únicos.Para nosotros, jamás hubo un relevo ni..., lo que ha sido peor todavía, una palabra cariñosa. Unos y otros, fascistas y antifascistas, hasta  ¡que vergüenza hemos sentido! los nuestros nos han tratado con despego.

No nos han comprendido. O lo que es más trágico en medio de esta tragedia en que vivimos, quizá no nos hemos hecho comprender, ya que nosotros, por haber recibido sobre nuestros lomos todos los desprecios y rigores de los que fueron jerarcas en la vida, hemos querido vivir, aun en la guerra, una vida libertaria, y los demás, para su desgracia y la nuestra, han seguido uncidos al carro del Estado.

Esta incomprensión, que nos ha producido dolores inmensos, cercó el camino de desdichas, y no solamente veían un peligro en nosotros los fascistas, a los que tratábamos como se merecieron, sino los que se llaman antifascistas y gritan su antifascismo hasta enroquecer. Este odio que se tejió a nuestro alrededor, dio lugar a choques dolorosos, el mayor de los cuales, por lo canallesco, hace asomar a la boca el asco y llevar las manos a apretar el fusil, tuvo lugar en plena Valencia, al disparar contra nosotros "ciertos antifascistas rojos". Entonces... ¡bah!... entonces debimos haber acabado con lo que ahora está haciendo la contrarrevolución.



'''La Historia hablará'''



La Historia que recoge lo bueno y lo malo que los hombres hacen, hablará un día.Y esa Historia dirá que la Columna de Hierro fue quizá la única en España que tuvo visión clara de lo que debió ser nuestra Revolución. Dirá también que fue la que más resistencia ofreció a la militarización. Y dirá, además, que, por resistirse, hubo momentos en que se la abandonó totalmente a su suerte, en pleno frente de batalla, como si seis mil hombres, aguerridos y dispuestos a triunfar o morir, debieran abandonarse al enemigo para ser devorados.
¡Cuántas y cuántas cosas dirá la Historia, y cuántas y cuántas figuras, que se creen gloriosas, serán execradas y maldecidas!



'''La militarización'''



Nuestra resistencia a la militarización estaba fundada en lo que conocíamos de los militares. Nuestra resistencia actual se funda en lo que conocemos actualmente de los militares.

El militar profesional ha formado, ahora y siempre, aquí y en Rusia, una casta. Él es el que manda; a los demás no debe quedarnos más que la obligación de obedecer. El militar profesional odia con toda su fuerza a todo cuanto sea paisanaje, al que cree inferior.

Yo he visto yo miro siempre a los ojos de los hombres temblar de rabia o de asco a un oficial cuando al dirigirme a él lo he tuteado, y conozco casos de ahora, de ahora mismo, en batallones que se llaman proletarios, en que la oficialidad, que ya se olvidó de su origen humilde, no puede permitir que un miliciano les llame de tú.

El Ejército "proletario" no plantea disciplina, que podría ser, a lo sumo, respeto a las órdenes de guerra; plantea sumisión, obediencia ciega, anulación de la personalidad del hombre. Lo mismo, lo mismo que cuando, ayer, estuve en el cuartel. Lo mismo, lo mismo que cuando más tarde estuve en el presidio.



''Como vivíamos'''



Nosotros en las trincheras vivíamos felices. Vimos caer a nuestro lado, es cierto, a los compañeros que con nosotros empezaron esta guerra; sabíamos, además, que en cualquier momento, una bala podía dejarnos tendidos en pleno campo ésta es la recompensa que espera al revolucionario; pero vivíamos felices. Cuando había comíamos; cuando escaseaban los víveres, ayunábamos. Y todos contentos. ¿Por qué? Porque ninguno era superior a ninguno. Todos amigos, todos compañeros,todos guerrilleros de la Revolución.

El delegado de grupo o de centuria no nos era impuesto, sino elegido por nosotros, y no se sentía teniente o capitán, sino compañero. Los delegados de los Comités de la Columna no fueron jamás coroneles o generales, sino compañeros. Juntos comíamos, juntos peleábamos, juntos reíamos o maldecíamos. Nada ganamos durante un tiempo, nada ganaron ellos. Diez pesetas ganamos después nosotros, diez pesetas ganaron y ganan ellos.

Lo único que aceptamos es su capacidad probada, por eso los elegimos; su valor, también probado, por eso también fueron nuestros delegados. No hay jerarquías, no hay superioridades, no hay órdenes severas; hay camaradería, bondad, compañerismo: vida alegre en medio de las desdichas de la guerra. Y así, con compañeros, imaginándose que se lucha por algo y para algo, da gusto la guerra y hasta se recibe con gusto la muerte. Pero cuando estás entre militares, en donde todo son órdenes y jerarquías; cuando ves en tus manos la triste soldada con la cual apenas puede mantenerse en la retaguardia tu familia y ves que el teniente, el capitán, el comandante y el coronel, cobran tres, cuatro, diez veces más que tú, aunque no tienen ni más empuje, ni más conocimiento, ni más valor que tú, la vida se hace amarga, porque ves que eso no es Revolución, sino aprovechamiento, por unos pocos de una situación desgraciada que va únicamente en perjuicio del pueblo.



"Nosotros", 16-III-1937


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