miércoles, 13 de marzo de 2013

Reseña de “Durruti en la revolución española” de Abel Paz


Portada de la edición inglesa.
Nuestro amigo y colaborador Cañi nos ha enviado esta reseña del último libro que se ha leído. Sus últimas lecturas, como podréis comprobar, están relacionadas con el anarquismo ibérico debido a un estudio al que nuestro colaborador esta dedicando sus ratos libres. Volvemos a insistir en que nos enviéis reseñas de los libros que os leáis sobre cualquier tema para poder compartir lecturas entre nosotros, recomendar libros, criticas, fomentar el debate…etc. También podéis participar escribiendo comentarios en cada post del blog. Un saludo.

“Buenaventura Durruti (es) una de las principales figuras del anarquismo español, que es lo mismo que decir de los últimos ciento cincuenta años de nuestra historia. Porque a pesar de los intentos por minusvalorar, despreciar, cuando no ignorar, la extensión, persistencia y arraigo de las ideas ácratas en nuestra sociedad, cualquier observador que se aproxime a nuestro pasado más reciente no podrá dejar de observar la presencia de mujeres y hombres que, desde distintas organizaciones y planteamientos han defendido las ideas libertarias.

Con la publicación de esta biografía no se trata de mitificar al militante ácrata, ni elevarlo al panteón de los hijos ilustres muertos por la patria o la revolución. Sin embargo, tampoco hay que arrojar al olvido a personajes que, por sus cualidades personales o por las circunstancias concretas que les tocó vivir, pueden representar a otros miles de hombres y mujeres anónimos y sintetizar acontecimientos que si deben ser recordados más allá de la historia oficial, de la elaborada por el poder. Como instrumento de lucha, como elemento de resistencia a la desinformación imperante aparece esta edición de “Durruti en la Revolución española”".
Documentadísima obra sobre la vida del revolucionario José Buenaventura Durruti Domingo, en donde se hace un recorrido a lo largo de toda la vida de este situándonos de una manera excepcional en el contexto social del protagonista. Esta es una obra de interés no solo para aquellos que quieran conocer sobre la vida de Durruti sino que es imprescindible para la comprensión del anarquismo ibérico en las primeras tres décadas del s. XX.
Como bien queda expuesto en el prologo, esta es una obra hecha principalmente –en la medida que ha sido posible- de materiales de primera mano, es decir, gracias a la colaboración desinteresada de muchos de los protagonistas que han aportado a la obra sus vivencias mediante un envío de correspondencia al autor. Este hecho convierte a la obra en excepcional ya que los hechos son narrados por personas que nunca escribieron sus vivencias, aportando datos con los que la historiografía no contaba, hasta el punto de que Abel Paz puede quejarse, sin temor a ser desmentido, de la utilización que “especialistas” han hecho de informaciones proporcionadas por el sin citar su procedencia. El problema de gran parte de la historiografía con el anarquismo es que además de minusvalorarlo tachándolo de mesiánico y de milenarista (cuando en realidad no era así) y de existir una profunda despreocupación por un estudio serio, es que se han utilizado materiales de segunda mano (principalmente de detractores) y no los testimonios de sus verdaderos protagonistas ofreciendo una imagen sesgada cuando no peyorativa de este.
El autor no queriendo ser imparcial, ni objetivo ya que vivió la revolución desde las filas del anarquismo, da la visión del anarquismo más revolucionario, del de los “incontrolados”, del de la “temible” FAI, es decir, del anarquismo sin adjetivos. Es una obra que contradice con orgullo la historia oficial que han presentado los historiadores encargados desde la transición de hacer aquella historiografía adecuada a la legitimación del nuevo régimen “democrático” que nacía, estableciendo un nexo de unión entre este y la II República.
Con la lectura de este libro podemos ver contradichas las medias verdades y mentiras completas que la historiografía oficial ha lanzado: combate el utopismo republicano, desenmascara la buena imagen que han dado los historiadores sobre la actuación del socialismo, repasa la cruel represión que tanto la izquierda como la derecha ejerció contra la clase obrera, analiza la “gimnasia revolucionaria”, da una visión de la FAI limpia de las calificaciones a las que estamos acostumbrados, subraya el increíble esfuerzo que hicieron militantes cenetistas por frenar a los militares y ganar la guerra, muestra la ineficacia de los políticos republicanos por mantener el frente antifascista unido y la inutilidad de estos por llevar adelante una guerra…etc.                                                                                                                                               
                                                                                                                                            Cañi.                                                                                                                                                                                


1 comentario:

Anónimo dijo...

Cañi, en esta linea de la que tu hablas se expresa Miquel Amoros en el prologo de su libro La revolución traicionada: "Ahora el panorama intelectual es
pobre, la crítica historiográfica no existe, los rastros de la memoria se van
difuminando y toda una prole de historiadores profesionales trabaja para el
olvido. Como consecuencia, la generación actual vive sin pasado. Los métodos
de trabajo actuales pueden resultar impensables para quienes exigían
rigor y erudición: hoy parece que para historiar, por ejemplo, la vida de un
personaje, pongamos por caso, de José Martínez, haya que empezar ignorándolo
todo sobre él. El punto de partida es la ignorancia.
El papel que desempeña la revisión historiográfica moderna consiste en
proporcionar una visión de la historia tan en la perspectiva del pensamiento
dominante que el pasado resulte un ensayo más o menos imperfecto, más o
menos fallido, del presente. Algunas constantes ilustran este revisionismo: el
repudio de la acción directa y más aún de la violencia no estatal, la justificación
de las jerarquías y de sus unilaterales decisiones, la aceptación de la
política como profesión de elegidos y juego entre camarillas, la incitación al
consenso y a la «unidad» entre dirigentes, el protagonismo otorgado a triviales
personajes, la ocultación del papel de las masas (que cuando actúan por
su cuenta son «extremistas», «románticas», «manipuladas por grupos radicales
», etc.), el silencio en torno a los revolucionarios... Para el historiador revisionista
la lucha social siempre es un problema de personas; como mucho de
«vanguardias», nunca de clases. Las masas no existen, sólo los líderes que las
representan. Las masas sin jefes no son masas, sino grupos de «incontrolados
». Y, por lo tanto, en el 36 nunca hubo revolución ni revolucionarios; simplemente,
conspiración contra las autoridades legítimas. En ese sentido —y
en otros— coinciden bastante con los historiadores estalinistas. El idealismo
de las masas que no siguen a los dirigentes es objeto de un psicoanálisis que
lo disuelve en una suma de motivaciones particulares egoístas basadas en la
ambición, el resentimiento, la exaltación, el delirio, la miseria, etc., a las que
se opone con todo lujo de datos el prosaico interés cotidiano de la mayoría
por la supervivencia. Ante todo es una historia de vencedores que ha de aleccionar a los súbditos en el sistema de valores de la actual clase media urbana,
el segmento de la población que mejor refleja los ideales de la dominación.
Por eso es una historia indulgente, sin malos ni buenos, sólo con penosos
errores y «excesos» lamentables que-no-han-de-volver-a-repetirse. Es un
cuento con moraleja en el que el bien lucha contra el mal. El bien está encarnado
por personajes y partidos concretos cuyo comportamiento puede acoplarse
a la mentalidad dominante actual —por ejemplo: Azaña, Companys, la
Pasionaria, la burguesía liberal, los treintistas—; y el mal aparece caricaturizado
y demonizado hasta ser casi inaprehensible, animando esperpentos
extinguidos como el demagogo anticlerical, el falangista fanático, el cura
integrista, el señorito feudal... El bien es «la democracia», el mal es «el fascismo
», conceptos que se presentan vacíos de contenido, fantasmales."