jueves, 23 de enero de 2014

Nuestro territorio es su negocio. No al PGOU de Viver

“Nada prohibe la edificación en espacios protegidos” (La Verdad, 15-05-05) .
Francisco Marqués, Consejero de Medio Ambiente de Murcia


 Existe una guerra del régimen contra sus súbditos. Podríamos decir que es una guerra encubierta en donde la gran mayoría no se da ni cuenta, pero eso no significa que no exista. Mirar hacia otro lado no significa que el problema no exista o que vaya a desaparecer. No garantiza que tarde o temprano no nos tengamos que enfrentar a el. Los que miran hacia otro lado, al enfrentarse de pronto con el problema no estarán preparados para la eventualidad, y el dolor que les producirá la aceptación de aquello que no querían ver será mucho mayor que el de aquellos que veían venir el problema de lejos. Vivimos en un territorio en el que ya no se busca la cohesión social de sus habitantes, ya no se busca la comunidad, se están perdiendo o se han perdido ya los lazos comunitarios de solidaridad por los que los humanos se establecieron en núcleos poblacionales. Hoy en día ya nadie es de ninguna parte. Echar raíces se hace cada vez más difícil. No es un problema local es un problema global. El capitalismo lo destruye todo pero el adoctrinamiento que hemos sufrido no nos deja darnos cuenta de todo esto. 
Asistimos pues a una guerra contra el territorio, contra todos los territorios, pero en este caso contra el territorio de Viver y del Alto Palancia, una guerra del estado totalitario capitalista en la que los poderes públicos locales “democráticos” son sus gestores. Una guerra que deja nuestro territorio devastado con polígonos industriales, molinos de viento, urbanizaciones, ecoparques, trenes de alta velocidad, líneas de alta tensión, incineradoras…etc. El territorio tiene que entrar en el mercado, en la maquina capitalista, no es de los habitantes que lo pueblan, si no que es, y tiene que ser, del mercado: es negocio. El capitalismo ha de seguir creciendo pero sin que los afectados tomen conciencia de las graves amenazas que acompañan al crecimiento.
                Esta semana pasada hemos visto un conflicto que bien podría haber pasado en cualquier parte del país. En el barrio de Gamonal en Burgos el ayuntamiento ha querido especular con el suelo haciendo un bulevar, es decir, querían hacer negocio especulando, haciendo que el precio del suelo de la zona subiera para poder llenarse los bolsillos aquellos que ya los tiene bastante llenos. Esto es un clásico, ya se hizo con la Copa América en Valencia, con la construcción de la Ciudad de las Artes y las Ciencias en Valencia,  con la construcción de centros comerciales…etc. Cuando un territorio se queda “estancado” (utilizando su neolengua), o lo que es lo mismo, no les da ya dinero, es necesario hacer un proyecto que lo revalorice y así meterlo en el mercado y hacer negocio. Nuestras formas de vida no valen para nada si no les hacen ganar dinero. Gamonal es un barrio que no necesitaba bulevar pero eso no era para su población sino para el turismo. Al ayuntamiento le habría hecho ganar mucho dinero. Al revalorizarse la zona aquellos que fueran económicamente menos pudientes con el paso de los años tendrían que ir emigrando hacia otras formas por el encarecimiento del precio del suelo produciéndose un proceso de gentrificación. La zona ya no seria para los vecinos sino para los consumidores y el consumir prevalecería sobre el habitar que ya es lo que pasa en todas nuestras ciudades. Solo una lucha como la producida en Gamonal puede hacer volver a poner a los vecinos  en el lugar que deberían de ocupar y en la tarea que deberían de desempeñar, es decir, en la autogestión de su territorio y de sus vidas. La lucha en Gamonal ha sido una lucha por el poder de decisión de un barrio, algo que enorgullecería a muchos de los antiguos urbanistas, aquellos que intentaron que las ciudades fueran obras colectivas de toda la población y no tableros en los que una minoría hace y deshace a su antojo mientras la gran mayoría mira hacia otro lado sin ver el problema o no puede participar.
Vivimos en la sociedad de los expertos y son estos los que deciden por nosotros, a puerta cerrada, como siempre. Así se hizo el PGOU, a puerta cerrada. Luego lo sacaron a la luz, con su neolengua donde las palabras significan justamente lo contrario a lo que en realidad quieren decir. La primera palabra que han pervertido y hecho suya es democracia. Cuando ellos hablan de democracia es lo contrario de lo que en realidad significa. La democracia es el gobierno del pueblo, es decir, es un sistema político en el que el pueblo ejerce la soberanía. Por eso le han quitado el significado a la palabra democracia ya que si no es el pueblo quien decide como quiere que sea su territorio, la soberanía del pueblo no existe si no es a través de una lucha como la que hemos visto en Burgos. Las decisiones que determinan los cambios que experimenta el territorio no dependen de sus habitantes, sino del humor de los ejecutivos que no viven en el. Lo de menos es el interés real de sus habitantes, sus necesidades o sus deseos
                Viver entra ahora dentro del proceso especulativo ya que la construcción aparece ahora como la única herramienta para acumular rápidamente capital. Una vez destruido todo el litoral debido a la fiebre de la segunda y tercera residencia en los pueblos del interior aun queda territorio virgen para la especulación, destruyendo así todo lo que encuentra a su paso.  En el mar y en la montaña se oye el mismo discurso de la mercancía. Si no les queda “terreno urbanizable” no pasa nada, hay “terreno apto para urbanizar”. Y si no tienen “territorio urbanizable” ni “apto para urbanizar” tampoco pasa nada, todo antes de parar la maquina, nada en contra del progreso, ya que como dijo el Consejero de Medio Ambiente de Murcia, Francisco Marqués, “nada prohibe la edificación en espacios protegidos” (La Verdad, 15-05-05). Toda la palabrería neolinguistica como “sostenible”, “ecológica”, “medioambientalista”…etc que sale en los documentos públicos del PGOU significan todo lo contrario y ellos lo saben. Es solo la imagen sostenible y ecológica que pretenden dar cuando todos sabemos que el ritmo de vida del sistema capitalista solo nos conduce a la barbarie ecológica y social. El desarrollo nunca es local, social o sostenible, ya que el capitalismo nunca funciona en interés de la localidad, de los oprimidos o de la naturaleza. Con su neolengua y sus mentiras van metiendo la idea en el sujeto medio que caminamos hacia una sociedad ecologicamente sostenible, nada más alejado de la realidad. Van introduciendo poco a poco en el imaginario colectivo que vamos en el camino correcto cuando seguimos destruyéndolo todo  siendo la primera vez en la historia que se ha logrado alterar el sistema ecológico y geomorfológico global y no se ha hecho NADA por remediarlo. Lo único que se ha hecho es cambiar el discurso con su neolengua mientras todo sigue igual. Por muchos centros ecológicos de consumo que existan no significa que caminemos hacia una sociedad ecológica, si no que lo verde vende.
                Con la deslocalización de la industria hacia países con mano de obra más barata el turismo y el consumo se han convertido en prioridades políticas. Los edificios históricos, la arquitectura moderna, los museos, el pasado se ha convertido en un producto para vender, en una mercancía. Se crean marcas y logotipos “culturales” con el fin de vender su mercancía. Los espacios públicos de nuestros pueblos y sus centros históricos se van convirtiendo gracias a su turismo en áreas para el consumo. Ya no serán para habitar y convivir si no para consumir. Todo tiene que formar parte del negocio. Una vez se vea el negocio con claridad vendrán inversores, con los que es imposible la competencia, a invertir capital atraídos por los poderes publicos mientras el habitante autóctono sin huertas de donde poder alimentarse y sin poder competir laboralmente con las grandes empresas lo único que le quedará es vender su fuerza de trabajo por un salario miserable, mientras nuestros políticos locales se pondrán la medalla de progreso y crecimiento. Las consecuencias sociales serán a grandes rasgos: los contratos basura, la expulsión disimulada de la población sin recursos, el control policial generalizado y la eliminación de los mecanismos de protesta o participación. En un espacio exclusivo para consumidores la única libertad que subsiste es la libertad de consumo. Los pueblos  se convertirán en logotipos que vender, en empresas destinadas al turismo destruyendo todo aquello que no entre dentro de esos parámetros como las actividades agrícolas, los vestigios de la verdadera cultura o los restos de la independencia de sus moradores todo aquello que no venda. El dinero que dejen los turistas será quien de verdad determine toda la organización social ciudadana y la normativa territorial común. La mercantilización del territorio es deshumanizador por lo tanto un proceso  humanizador tendrá que ser desmercantilizador.
Lo que exigimos como habitantes y viverenses que somos es que Viver sea un centro de convivencia, una obra de arte conjunta de todos sus habitantes y no un centro de consumo, donde cada uno de nosotros tenga algo que decir respecto a todo, ya que son sus habitantes los que tienen que construir los lugares en donde quieren vivir y no unos expertos venidos desde fuera que nada entienden y que lo único que quieren es: hacer negocio. No queremos que sea un centro de consumo, ni un centro turístico rural de consumo que imite la vida rural de nuestros antepasados. Queremos que el derecho de habitar prevalezca sobre el de visitar o consumir. Queremos que sea un lugar donde la vida y la convivencialidad entre iguales se puedan desarrollar en sus mas altas expresiones.
                                                                                                              Santiago Fernandez.
BIBLIOGRAFIA:

-Perspectivas antidesarrollistas. 2011. Miquel Amorós. Varias editoriales.


1 comentario:

Calvo está enterrando Segorbe dijo...

Por desgracia hemos delegado nuestra vida a gente sin más moral que la del dinero. Ahora rotos los lazos de solidaridad y superada la capacidad de autorganización como clase, difícilmente podemos plantar cara a estos ataques. La verdad es que a todos nos ha sorprendido mucho lo ocurrido en gamonal. Nos da esperanzas de que algún dia despertemos del letargo y miremos a la cara a los que nos están haciendo la vida imposible. Y eso debe empezar en nuestros pueblos.