lunes, 7 de julio de 2014

Bulos sobre el granizo.

Colgamos otro artículo sobre la polémica de las avionetas que supuestamente han estado fumigando en algunas comarcas de Castellón y Aragón para que no se produzcan precipitaciones. Este artículo esta sacado del periódico "Las Provincias" y como el anterior también trata de desmontar estas teorías. 

"Acuciados por la sequía, algunos agricultores divulgan rumores infundados sobre ciertas firmas interesadas en provocar que no llueva. Las tormentas con piedra y la escasez de lluvias levantan de nuevo patrañas sobre supuestas acciones desde avionetas"



Este comentario lo habrán escuchado más de una vez: «No llueve porque hay unas avionetas que tiran unos productos químicos para deshacer las nubes».
Luego, si preguntan por las avionetas, de dónde salen, qué planes de vuelo registran, qué tiran, por qué, quién paga el gasto, a quién le interesa tal cosa, qué pruebas oficiales y científicas existen..., nadie les sabrá decir algo más concreto y fiable. Tan solo asegurarán algunos que han oído las avionetas cuando se presentan densas nubes amenazantes de tormenta, y lo dirán como gran prueba.
Si acaso apostillará alguien que a las compañías aseguradoras les interesa evitar daños en el campo para no pagar indemnizaciones a los agricultores que aseguran sus cosechas. Pero si nos fijamos bien en los hechos, nada cuadra. Pese a todo, quienes creen saberlo, o prefieren hacer ver que lo saben cierto, insistirán una y otra vez y no vendrán a razones.
Si citan que desde hace tiempo se conoce el hipotético papel de las 'siembras' de nitrato de plata para intentar evitar que haya precipitaciones en forma de 'piedra' y tratar de inducir que las nubes cargadas se deshagan cuanto antes en lluvia no dañina, igual les cogerán el argumento y advertirán que por ahí va todo, que ya ven como sí es cierto que tiran algo, y que, seguramente, lo que pasa es que más de una vez se les va la mano y entonces no llueve nada.
Y así una y otra vez, hace décadas y ahora, siempre que aprieta la sequía. Da igual cualquier esfuerzo por razonar; hay muchas personas que prefieren creer antes que nada en lo más raro y esotérico que se les presente delante y rechazan por sistema lo que pueda ser comprobado y demostrado.
Cohetes granífugos
Hace un siglo comenzó a extenderse el uso de los cohetes granífugos. En muchas comarcas valencianas, sobre todo en La Ribera, se extendieron redes de personas encargadas de dispararlos hacia las nubes cuando había amenaza de tormenta. Disponían de unas casetas repartidas por las zonas agrícolas, especialmente en la arrocera, en las que se guardaban los cohetes. Alguien se mantenía vigilante en cada pueblo y cuando se presentaba la ocasión daba aviso a todos mediante toques de campana, para que se dirigiesen a sus puestos.
También se utilizó este sistema en grandes fincas particulares, y es posible que aún se emplee, pero en general ha ido todo ello a menos, en parte por la peligrosidad de utilizar los explosivos y tenerlos dispuestos en lugares poco seguros y también porque nunca hubo evidencia clara de que el sistema fuera efectivo del todo. Además se implantaron los seguros agrarios, oficialmente muy apoyados, y mantener aquellas redes de los cohetes sería ahora muy caro, por los costes de mano de obra y medidas adicionales de seguridad.
En cualquier caso, el principio del sistema consiste en sembrar los núcleos de las densas nubes tormentosas de millones y millones de diminutas partículas que ejerzan de núcleos para condensar a su alrededor el vapor de agua, de manera que se precipite cuanto antes en forma de lluvia y no dé tiempo a que las gotas se aglomeren en porciones más grandes y se congelen.
Buscar que llueva
El nitrato de plata ha sido el producto más utilizado para tal fin, por ser un buen catalizador, haciendo que cada partícula de este compuesto ejerza de núcleo de una gota de lluvia. Pero queda claro que el objetivo buscado es precisamente que llueva, nunca lo contrario, que es lo que quieren hacer suponer quienes sostienen que hay acciones oscuras encaminadas a evitar que llueva.
Si preguntan a meteorólogos, físicos y otros técnicos les explicarán que se ha hecho mucho contra el pedrisco y también para intentar provocar lluvia artificial. Se han utilizado vuelos de avionetas con esta finalidad, siempre sembrando nubes con infinidad de núcleos para intentar que la humedad se condensara y cayera. Verán también por internet que se han conseguido cosas, no muchas, tampoco muy ciertas y seguras, siempre muy caras, y a la postre parece que lo gastado no justifica los pobres e inciertos resultados.
También encontrarán algunas referencias sobre los supuestos vuelos que disipan la lluvia, pero en este caso sin ninguna clase de evidencia científica. Ningún producto, ninguna concreción, nadie que pueda decir: 'yo fui, tiré tal cosa, conseguí esto o aquello...' Y, sin embargo, sigue rodando la falacia acostumbrada, se reúnen de vez en cuando agricultores de algunas zonas para tratar sobre el asunto, se pide que se investigue... Pero nadie sabe qué se tiene que investigar. Es como apuntar a fantasmas, o a la sombra de uno. Únicamente insisten los instigadores de tales sospechas en que escuchan aviones cuando se acercan tormentas que luego se deshacen. Pero no saben explicar nada más. ¿Quién puede tener una tecnología tan potente y escondida como para hacer que llueva en un sitio y no al lado? ¿Por qué no hay nadie que sepa de otros que la comercialicen? De la del nitrato de plata y los cohetes sí que se sabe desde hace mucho tiempo. ¿No ven que no se sostiene?
El sonido de aviones
En cuanto a los supuestos vuelos sospechosos, miren, cuando hay nubes bajas provocan que los ruidos reverberen y parezcan más potentes y próximos, incluidos los de aviones que discurren por sus rutas habituales marcadas en el aire; que pasan siempre por allí, continuamente y en mayor número de lo que nos parece, pero no nos damos cuenta a diario, salvo cuando las nubes que amenazan pedrisco nos hacen levantar la cabeza, hacen de amplificador de los sonidos de los motores, y, no falla, siempre hay quien está listo para atar los cabos más sueltos y sacar conclusiones de lo más abstrusas.
Los rumores más graciosos -por no decir grotescos- que hemos escuchado al respecto intentan ligar las supuestas acciones que, según insisten, disipan la lluvia, con compañías de seguros que estarían interesadas en evitar daños indemnizables. En unos casos se refieren a daños por lluvias fuertes, pero como suelen hablar de lo agrícola se acaban centrando en el pedrisco, que sí que es un fenómeno siempre dañino en cualquier cultivo y asegurable en las pólizas de cosechas. Pero, aparte de la lógica incapacidad para concretar el qué, el cómo, con qué..., tampoco saben salir del atolladero y explicar cómo es que intentando deshacer el granizo, que se deshace en lluvia, lo que sostienen es que se derive de ello que tampoco llueve.
Y se quedan insistiendo con lo suyo. El colmo.
Vicente Lladró.

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