A partir del 1 de Abril tendremos disponible en el Ateneo
Libertario “Octubre del 36”(Segorbe), tanto para venta como para consulta, el
nuevo número de la revista "Argelaga", y ya va el cuarto.
Destacamos el artículo central de la revista "La
invención de Brundtland. Sobre la noción de desarrollo sostenible. Además
cabe señalar el estudio realizado por Jose Ardillo llamado "Elisée
Reclus y la ciudad sin límites", y el curioso artículo reproducido del
propio “Grupo Reclús” perteneciente a la FAI, denominado "La descongestión de las ciudades es una
necesidad inmediata y urgente", publicado por este curioso grupo el
mes de Octubre del 1936 en el conocido semanario "Tierra y Libertad".
A continuación os dejamos una breve presentación de los
contenidos.
Para pedidos:edicionesentremuros@gmail.com
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La invención de Brundtland. Sobre la noción de desarrollo
sostenible, de Luis Ponce, es el artículo central del presente número,
que versa acerca de la reconstrucción ideológica del capitalismo emprendida a
finales de los ochenta del siglo pasado en el contexto de precios altos del
petróleo, desmoronamiento en el «Este» del capitalismo de Estado y giro mundial
hacia el neoliberalismo. El concepto de sostenibilidad será la idea comodín que
definirá una nueva etapa de crecimiento económico basada en la conciliación de
la economía y la ecología a través del mercado mundial de la catástrofe
ambiental. En el momento en que el desastre ecológico se vuelve rentable, el
capitalismo se vuelve ecologista; la economía de mercado deviene compatible y
complementaria con la ecología institucionalizada. En lo sucesivo, el
capitalismo será «verde» o no será. El desarrollo capitalista ha de ser
sostenible, es decir, ha de contener el desastre o, como mínimo, disimular sus
desmanes, sino tendrá serias dificultades. Dicha sostenibilidad no puede ser
garantizada simplemente por el mercado, por lo que se requerirán los servicios
de un estado fuerte y con capacidad de intervención rápida frente a situaciones
críticas. El capitalismo sostenible camina de la mano de un estado dictatorial
más o menos encubierto.
El oro de Salave. Minería, especulación y
resistencias. Introducción, de Eduardo Romero, del colectivo
Cambalache, de Asturias, es un artículo que contribuye a la lucha contra el
proyecto de la empresa Astur Gold. La liquidación de la época industrial y
minera en Asturias inaugura un periodo de agresiones territoriales fáciles de
enumerar: tendidos eléctricos, autopistas, urbanización salvaje, túneles que
vacían acuíferos, despoblación absoluta del campo, prospecciones de gas no
convencional, etc. Nunca antes había sido más evidente que los modos de vida,
las relaciones sociales en las que están inmersos y la nueva morfología del
territorio asturiano dependen de decisiones especulativas tomadas en cualquier
despacho lejos de allí. Como dice Eva Martínez en las conclusiones de El oro
del Salave (Cambalache, 2013), «Asturias se ha ido quedando cada vez más sola
en mitad de la tierra. Comunidad periférica en la periferia europea, parece que
sólo puede aspirar a sufrir el expolio de las multinacionales que gobiernan los
mercados o servir de laboratorio experimental para la enésima política de
reajuste.»
Diario de campo de un incendio en el campo, de César
E. Luque, es un artículo rescatado por el interés de los aspectos sociales de
las catástrofes mal consideradas como naturales. Lo que subyace en ellas son
los desequilibrios introducidos por el «progreso», responsable del estado de
abandono del campo, del bosque y de la dehesa. Un fenómeno, hasta cierto punto
natural, se halla en oposición con la naturaleza gracias a un modelo de
ordenación territorial que conlleva el amontonamiento de la población en las
urbes y una incompetente protección burocrática. El crecimiento «natural» de la
economía autónoma induce al incendio. Entonces, el Estado se apropia del
territorio, legisla, ordena y prohíbe. El resultado final puesto de manifiesto
por el fuego es la guerra declarada de la naturaleza contra el maltratado y
desarmado territorio.
Apunts sobre la reapropiació comuna de l’espai urbà,
de Guiomar Castaños, señala el conflicto planteado por los intentos de
reapropiación del territorio urbano entre sus habitantes desposeídos y un
sistema que no deja nada fuera de él. Contra la metrópolis de los dirigentes,
la ciudad de los refractarios a su dirección. Es ante todo una cuestión de
supervivencia; numerosos proyectos convivenciales y asamblearios vecinales se
producen como respuesta al aislamiento y pobreza de la vida urbana. Una
sociedad dentro de otra y en lucha contra ella, disputándole su espacio y
resistiendo la presión de las instituciones. Se ha respetado la lengua original
del texto. Si bien Argelaga aspira a una difusión nacional, no por ello deja de
ser una revista editada en Cataluña, dirigida también a los oprimidos de allí.
Manifest català per la historia social a vila i camp,
de Miquel Amorós y Joan Carles Gelabertó, es una reivindicación de la historia
como arma de la lucha de clases, algo que parece olvidarse cuando se esgrime la
cuestión nacional. El manifiesto denuncia que la manipulación histórica de las
fuerzas soberanistas ensalza instituciones oligárquicas del pasado, cuyo
retorno no serviría más que para reforzar la opresión económica con un aparato
político autóctono con mayores posibilidades de asegurarla. En cambio, una
lectura del pasado en clave libertaria descubrirá en él la cuestión social que,
como una constante histórica, se muestra a través de multitud de revueltas
contra los opresores, tanto urbanas como campesinas y de las formas de defensa
y autoorganización que les son propias. El texto va acompañado de un plan
general de trabajo adecuado.
Crítica de la denuncia jurídica como estrategia de lucha
contra los centros de menores, de Jorge del Arco, se plantea un cambio de
perspectiva en la lucha contra las cárceles para niños «infractores» y la
denuncia del maltrato que es habitual en ellas. No desprecia el recurso
jurídico pero lo considera insuficiente, puesto que el objetivo no puede ser el
cumplimiento de una ley represora que ni siquiera siguen los funcionarios
maltratadores, sino el cierre de los centros de menores. Tal objetivo no puede
conseguirse limitando la protesta al ámbito jurídico correspondiente, sino transformando
la sociedad, creando otra que no necesite confinar a una parte creciente de la
población, sea adulta, menor de edad o extranjera. Aboga por la coordinación de
colectivos y asociaciones específicas en pro de una transformación radical de
las relaciones sociales.
Camino hacia una sociedad sin Estado, de Miquel
Amorós, recuerda el primer paso a dar en el inicio de un cambio revolucionario:
la abolición del Estado. Como bien se desprende de las enseñanzas de la guerra
civil española (1936-1939), nada bueno puede esperarse a la sombra del Estado,
por más arruinadas que se encuentren sus instituciones. El proceso de
desestatización no discurrirá por los mismos cauces, pues las condiciones
actuales son muy diferentes de las de entonces. A modo ilustrativo, el artículo
va acompañado de la llamada a las armas de la Comuna de Lyon, intentona
revolucionaria de septiembre de 1870 que Mijail Bakunin y sus compañeros
aliancistas protagonizaron a través de un Comité para la Salvación de Francia.
Un resquicio para levantarse. Historia subjetiva de la
Asociación de Presos en Régimen Especial. Capítulo final, de Javier
Ávila, uno de sus fundadores en la prisión de Herrera de la Mancha, en 1990.
Las circunstancias que presidieron la creación de la APRE eran mucho más duras
que las que propiciaron su antecedente más cercano, la COPEL. La existencia
prácticamente ignorada fuera de la prisión de un régimen especial equivalente a
una cárcel dentro de la cárcel, donde la vida de los presos transcurría en
condiciones extremas de aislamiento, sin apoyos, a merced de todas las
coacciones y abusos, abocó a una minoría de irreductibles a acciones nunca
antes practicadas como la toma de rehenes. A raíz de los numerosos motines e
incidentes contra el endurecimiento del encierro, en los que se destacarían los
presos que constituirían la APRE, el ministro de turno, Asunción, levantó acta
de los tristemente célebre ficheros FIES. Un resquicio para levantarse (Tokata,
CSO La Gatonera, L´Escafandre, 2014), cuya lectura recomendamos, es intenso y
apasionado, trasmite fuerza y aclara ideas que nos inducen a preguntarnos
¿acaso la cárcel no es una institución punitiva dentro de otra?
Elisée Reclus y la ciudad sin límites, de José
Ardillo, que también ha escrito dos reseñas de libros. Reclus es, junto a
Kropotkin, el pensador anarquista que más influido en los reformadores
partidarios de la ciudad jardín y la planificación regional, tales como Howard,
Unwin, Geddes, Mumford o Hall. La actualidad de su obra no estriba en una
reivindicación de la naturaleza contra la civilización, cuyos males están
encarnados en las conurbaciones, sino precisamente en la fusión de ambas.
Reclus es progresista y, aunque ama la naturaleza, busca en la ciudad el arte y
la ciencia. La ciudad es para él un hecho civilizatorio definitivo, que no
tiene por qué alejarse de la naturaleza, sino que ha de fusionarse con ella. La
defensa de la naturaleza es también una lucha por la ciudad en consonancia con
ella. La ciudad no se concibe sin estar en armonía con el territorio, ni el
territorio con la ciudad.
La descongestión de las ciudades es una necesidad
inmediata y urgente, del grupo Reclus, perteneciente a la regional catalana
de la FAI. El artículo apareció el 1 de octubre de 1936 en el semanario «Tierra
y Libertad», que se editaba en Barcelona. Se trata pues de un texto único en
varios sentidos, publicado en plena revolución, en el que plantea el problema
de la descongestión urbana mediante un reequilibrio con el campo que la
colectivización hacía posible. El abastecimiento de las grandes ciudades era el
problema más urgente que se presentaba a la revolución. El trabajo colectivo de
tierras tenía como misión absorber la masa de campesinos que la proletarización
había lanzado a la ciudad para incrementar el ejército de mano de obra en
reserva, con toda la secuela de bajos salarios, paro y miseria, y así
garantizar los suministros de alimentos a la población. La crítica sin embargo
no cuestionaba la industrialización ni el crecimiento urbano; el proletariado revolucionario
era su principal consecuencia.
La tierra no se vende, se cultiva y se defiende,
informe aparecido en «Desde la estrada», nº 4, noviembre de 2013, publicación
del Centro Social Autogestionado palentino Doble o Nada. Denuncia la
degradación del territorio castellanoleonés una vez ha sido despoblado de
campesinos. Lugar para ubicar cementerios nucleares, vertederos contaminantes e
incineradoras que tratan residuos más o menos peligrosos procedentes de las
ciudades y polígonos industriales; también para especular con pistas de esquí o
estaciones del ave, pasando por prospecciones de gas no convencional o
explotaciones mineras de fuerte impacto ambiental. Las confluencia de intereses
entre políticos, banqueros, industriales y constructores son más que evidentes,
y el territorio es el gran sacrificado. Toda rehabilitación del mismo pasaría por
la agricultura tradicional, los usos colectivos y la autodefensa, no por los
empleos que puedan surgir de su destrucción.
Noticias breves
Reseñas
Comunicados
Contraste de pareceres
[84 págs. 21 x 29 cm]
Más información:
argelaga@riseup.net
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