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El Correo |
Señor Ministro del Interior Juan
Ignacio Zoido
Me
remito a usted por la noticia acaecida esta semana sobre la publicidad
aparecida en Madrid sobre la nueva serie de Netflix “Fe de Etarras” en donde
usted se ha puesto en contacto con la productora para pedirle que sea
respetuosa con las víctimas de ETA. Les pide en la misiva “sensibilidad” y
“empatía” con estas ya que la publicidad mencionada ha sido difundida “incluso
en calles junto a las que fueron asesinadas varias personas en atentados”. Es
más, la Fiscalía de la Audiencia Nacional abrió la semana pasada diligencias de
investigación para esclarecer si se aprecian indicios de delito de humillación
a las víctimas en la campaña publicitaria, después de que la Unión de Guardias
Civiles lo denunciara. Lo poco que sabemos es que se trata de una comedia sobre
las peripecias de un comando de ETA en Madrid. Según sus propias palabras “Si
corremos el riesgo de banalizar el tratamiento mediático del terrorismo y de
sus efectos en la sociedad podemos ofrecer una visión distorsionada de un
relato equivocado del pasado y de nuestra historia”. Según dice usted “Mi
propósito no es reclamar ninguna medida acerca de la misma” y deja claro su
“absoluto respeto con la libertad de expresión, siempre que esta se ejerza sin
contravenir los derechos de los demás ni la legalidad”. También argumenta que
los medios de comunicación tienen una responsabilidad social y deben asegurar
“un tratamiento digno a las víctimas”.
Me sorprende,
señor Ministro, de que cuando ustedes se llenan la boca, supuestamente
defendiendo los intereses de todos los españoles y poniendo sobre la mesa, cada
vez que pueden, la defensa de su Estado de Derecho; se ponga ahora digno y
olvide, como siempre han hecho, al resto de víctimas. Me ha herido la
sensibilidad señor Ministro, y como en un supuesto Estado de Derecho que estoy,
exijo el mismo tratamiento que tienen las victimas de primera a las que usted
defiende ya que yo también soy una víctima más.
No vi que
usted mirara por la victimas cuando Mediaset banalizó sobre Serrano Suñer en “Te
doy mis ojos”, la sensibilidad de las víctimas aquí no importaba. ¿O es que eso
no era “ofrecer una visión distorsionada de un relato equivocado del pasado y
de nuestra historia”?. O cuando Atresmedia dio una imagen idílica de la
sociedad española de época franquista en Velvet, ¿eso no fue un relato
equivocado y distorsionado? Y en muchísimas más series y películas en donde se
ofrecen imágenes totalmente distorsionadas de la Historia completamente
alejadas de la realidad, la lista sería interminable pero usted no dice nada.
¿Las víctimas de la represión de aquellos tiempos no merecen un recuerdo no
distorsionado y digno? Aquellos que tienen un mínimo de respeto por la Historia
saben la atroz distorsión que sufre cuando es adaptada para el espectáculo. Es
reducida a extremos ridículos, en la inmensa mayoría de las veces, para
contentar al consumidor actual, para que no se sienta incomodo, para no sacarlo
de su zona de confort, para que no reflexione, para que no actué. No creemos en
que el mundo del entretenimiento y del espectáculo vaya a dar una versión veraz
de la Historia. Hay honrosas excepciones pero son minoritarias. En el mundo de
la mentira en el que vivimos, en un mundo
de ficción en que la imagen es la que manda, y la realidad es lo que
menos importa, sus súbditos conforman sus esquemas mentales y sus opiniones a
través de lo que ven tras las imágenes de sus pantallas. Es una batalla por la
que no queremos luchar. Está claro, es ficción, pero es esta la que conforma la
cosmovisión del mundo en el cual vivimos. Cuando no sabemos nada sobre un
determinado tema es la ficción lo que determina nuestras opiniones ello. Y eso
es lo que a usted le preocupa. Que al final la ficción, y la cosmovisión que
esta crea, escape de su control. Netflix y la ficción puede hacernos llegar a
simpatizar con Pablo Escobar y hacer vender a su hijo miles de camisetas con su
cara. Eso lo saben muy bien los políticos como usted que han basado sus
programas electorales en absolutas superficialidades. Cuando la gente se guía
por abstracciones el contenido es lo de menos, lo que importa es la forma de
presentarlo. Se puede hacer de un asesino un héroe y que sea un modelo a
seguir. La racionalidad no sirve ya, si no el discurso sentimentalista
totalmente vaciado de contenido.
Pero volviendo
a la realidad, la imagen que dan ustedes del pasado está totalmente
distorsionada y no respeta a las víctimas; porque cuando ustedes se oponen a
todo tipo de justicia y de reparación no veo que tengan la “sensibilidad” y la
“empatía” que piden para las otras víctimas. Cuando tienen una legislación, y
un código penal, heredero del franquismo, y cada día aprietan más los grilletes
de nuestras cadenas, tampoco veo que tengan mucha “sensibilidad” y “empatía” hacia
las víctimas. Por no comentar los cientos y cientos de casos que ahora mismo le
podría citar. Señor ministro exijo un tratamiento digno para las víctimas, y que
se dé una imagen real de la Historia. Una Historia que se tiene que dar fuera
del mundo del espectáculo y de la mercancía. Solo así conoceremos la verdad.
Una verdad que solo puede salir de un pueblo libre que luche por ella. La
verdad de que el poder ha producido un genocidio humano, cultural y ecológico.
Humano por todos los hombres y mujeres maltratados, torturados, muertos y
exiliados. Cultural porque se ha eliminado una cultura campesina y obrera con
una tradición larguísima, con su propia visión del mundo y sus propios usos y valores,
que dificultaba el desarrollo del capitalismo y que era necesario eliminar. No
se podía permitir una cosmovisión distinta y enfrentada a los valores
burgueses. Y ecológico; porque la separación que habéis hecho del ser humano de
su medio natural, con la perdida de un sinfín de valores ancestrales de interacción
sostenible con el medio, se ha perdido en nombre de la modernidad y eso ha ocasionado
una catástrofe de la que ya vemos sus causas.ç
A los 42 años
de los últimos fusilados por el franquismo exigimos dignidad señor ministro y
que se nos respete. Aunque más que una exigencia a ustedes, en quienes no
creemos ni creeremos, ya que para ustedes José Pardines y tantos otros eran
mártires de la democracia, esto es un cántico a nosotros mismos. Un cántico a
nuestra dignidad, a nuestra lucha y a nuestra Historia, que es diferente de la
suya, está enfrentada a la suya. Me siento herido señor ministro, y es una
herida que no se cierra, y aunque ustedes quieran que la cerremos nosotros la
mantendremos abierta porque eso es lo que mantiene vivo nuestro recuerdo y nos
mantiene alerta.
Cecilio Rodríguez
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