Los Navajos de piedra seca, ejemplo de tecnología histórica
La piedra seca es una técnica constructiva que se
caracteriza por utilizar la piedra como único material de construcción, sin
morteros, ni agua, tradicionalmente empleada en la construcción de elementos
vinculados al desarrollo de las actividades agrícolas y ganaderas, con gran
diversidad tipológica: ribazos, casetas, aljibes, pavimentos...
Cuando se emplea la palabra tecnología parece venir
siempre relacionada con un alto coste energético y ecológico, porque nos
estamos acostumbrando a hacer un uso muy limitado de esta palabra. La
etimología de la palabra griega τεχνολογία, se puede traducir como Estudio de la técnica o del oficio, o
según la definición del diccionario, Conjunto de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento
práctico del conocimiento científico
(RAE). La principal virtud de la técnica constructiva de la piedra seca es
precisamente su alta capacidad para resolver problemas o necesidades
funcionales mediante el uso de un único material cercano, natural, reutilizable
y no energívoro*. Pocos recursos y
mucho ingenio permiten que un conjunto de rocas pase de ser un simple
amontonamiento de piedras a funcionar como un sistema que trabaja
conjuntamente, simplemente colocando cada piedra de manera correcta. Oficio y
poco impacto ambiental para conseguir soluciones altamente eficaces, también
ecológicamente.
La estabilidad y resistencia de los elementos construidos
depende de la correcta colocación de cada piedra. Entendiendo las propiedades
de las rocas y algunas nociones estructurales sobre cargas y esfuerzos, se
comprende el trabajo conjunto de todas las piedras para conseguir el objetivo
común de transmitir las cargas hasta el suelo.
A pesar de la interesante variedad de elementos
constructivos que se han ido diseñando a lo largo de los siglos, con funciones
tan diferentes como impermeabilizar o contar las cabezas de ganado, sólo se
destacan en este artículo los navajos, por su gran desarrollo tecnológico con
funciones hídricas. En Altura se denomina navajos a los aljibes que recogen el
agua de la escorrentía. Según el Diccionari
de l'Art i dels Oficis de la Construcció, de Miquel Fullana, los aljibes
son dipòsits excavats en terra o fets
d'obra, generalment de forma rectangular, de no molta fondària i coberts de
volta, que serveixen per recollir-hi l'aigua de pluja. Esta definición
explica la tipología más abundante, aunque existen variaciones formales según
las condiciones particulares del lugar donde se construyen.
La recogida del agua de lluvia, requiere un depósito para
guardarla, una entrada para el agua y una cubierta de protección ante los cambios de temperatura y la caída de
vegetales y animales que pudrirían el agua*, y de esto se deriva la forma y
construcción del elemento. El agua de lluvia se puede recoger desde la cubierta
o de la escorrentía. En el primer caso, un recinto rectangular permite una
cubierta semicilíndrica, más eficiente para la captación, y por eso suelen
estar cubiertos con bóveda de cañón. En el segundo caso, los depósitos suelen
ser circulares y las cubiertas son cúpulas semiesféricas. Los recintos
circulares son los más habituales en general, no tanto en los aljibes, porque
el hecho de no tener que realizar cantoneras facilita mucho su ejecución.
Cuando el agua viene de escorrentía, siempre hay una apertura de entrada a ras
de suelo, que puede ser la misma entrada al navajo (con escalones) o bien, un
pequeño orificio en la parte posterior. En ambos casos, esta entrada se protege
con aliagas para retener los cuerpos
extraños y preservar la pulcritud del agua*. En el exterior es habitual
encontrar abrevaderos cerca de las entradas y, en ocasiones, también
rebosaderos y respiraderos.
Aunque a veces se encuentra mortero de cal entre las
piedras, realmente no es necesario para su estabilidad, de hecho las piedras se
colocan del mismo modo que si se aparejan en seco. La piedra siempre tuvo
función estructural y el mortero de cal complementaba o aumentaba esta
resistencia, hasta la aparición del cemento, momento en el que se invierten las
funciones. Cuando se descubre el rápido fraguado (endurecimiento inicial) del
cemento, este material se considera estructural y la resistencia de la
construcción depende de él, dejando a la piedra función sólo decorativa. Pero
el hecho de que su fraguado sea más rápido- la ejecución de la obra avanza más
rápidamente y se ahorran costes- no significa que sea un material más
resistente ni adecuado, sólo más barato. Con el paso de los años, la cal adquiere
cada vez más dureza, y a largo plazo, se convierte en piedra caliza.
Apertura posterior |
Los recintos interiores no suelen ser muy profundos,
porque no hay que buscar el agua del subsuelo, como pasa en los pozos, y deben
ser impermeables para mantener el agua. Existen dos maneras de conseguir esta
impermeabilización: revocando el interior con cal o arcilla, o bien,
semienterrando los recintos en el terreno si es arcilloso, como es el caso de
algunos de los navajos de Altura, por el carácter impermeable de este material.
De un modo u otro, las paredes del recinto se construyen de piedra seca, así
como los orificios, escalones o cubiertas. La
piedra utilizada en seco contiene el talud de tierra arcillos. Es esta la que
garantiza la impermeabilidad.*
En Altura se encuentran algunos navajos de doble recinto,
conformados por dos depósitos comunicados entre sí mediante una apertura
interior. La ventaja de esta tipología, respecto de un navajo de la misma
capacidad pero de un sólo recinto, es la mayor facilidad para construirlo,
sobretodo para realizar la cubierta. Cuanto mayor diámetro se tiene, más altura
debe alcanzar la cubierta y más riesgo de colapso presenta.
El uso de la palabra Navajo para referirse a los aljibes
que recogen el agua de la escorrentía se utiliza en Altura, casi
exclusivamente. Respecto a la comarca, es en este término municipal donde mayor
cantidad de aljibes encontramos. Y estos dos hechos responden a su peculiar
historia. Altura ha vivido tradicionalmente de la ganadería y la agricultura de
secano. Cuando se perforó el acuífero con El Berro, y parte de la agricultura
más cercana al núcleo urbano se volvió de regadío, casi se olvidó que el
recurso del agua fué, para este municipio, algo complicado de obtener. De esta
necesidad y de la importancia atribuída al agua, surgió la profusión de navajos
en el término y la existencia de una palabra propia.
En función del grado de abandono de la agricultura, de la
ganadería y de sus territorios asociados, se va perdiendo también del oficio de
paredar. Hace décadas empezaron a crearse asociaciones culturales para la recuperación
de los elementos de piedra seca abandonados. Durante muchos años la labor
principal ha consistido en hacer inventarios de los elementos que aún quedaban
en pie, incluso se empezaron a reconstruir aquellos que se habían deteriorado
por falta de mantenimiento. Actualmente se evidencia la infructuosidad de este
trabajo de recuperar para volver a perder porque, ante la gran abundancia de
ejemplares, es imposible que las instituciones, sean públicas o privadas, se
hagan cargo de su mantenimiento. Por otro lado, la falta de oficio ha provocado
que ciertas intervenciones de recuperación en elementos concretos los hayan
dañado más que su abandono. La recuperación del oficio se está produciendo de
manera individual, todavía no se ha creado una formación reglada que permita
obtener una titulación de paredadora, a pesar de que en ciertos países europeos
ya existe, englobada en una formación más general sobre oficios tradicionales. En la región del Midi (sur de Francia) una
nueva generación de constructores en piedra seca comienza a vivir
honorablemente de este oficio*. Recientemente, se ha presentado a la UNESCO
la candidatura para declarar la técnica como Patrimonio Cultural Inmaterial de
la Humanidad. Por otro lado, se empieza a utilizar la piedra seca en ámbitos
urbanos, como parte del tratamiento de los espacios públicos en las ciudades o
pueblos, pero este uso es muy minoritario y reciente.
La tecnología ancestral de esta técnica constructiva está
silenciosamente escondida en cada elemento construido y sólo se puede mantener,
sin que caiga en el olvido, si no se pierde el oficio de paredador. Pero se
plantean dos cuestiones contradictorias ante esta posible recuperación del
oficio: para qué y dónde. Al caer en desuso esta técnica, se empiezan a emplear
otros materiales, aunque no siempre resulten convenientes. Si no hay trabajo,
para qué recuperar el oficio? Por otro lado, aunque se empezará a usar en
ámbitos urbanos, donde no existe esta materia prima, qué coste supondría esta
preservación del patrimonio inmaterial? Las dos cuestiones van ligadas a una
misma pregunta: si no se recuperan las actividades agrícolas y ganaderas, que
futuro real tendrá la piedra seca? Qué futuro tendremos sin agricultura ni
ganadería? Y sin agua?
Loli Vera
* COSTE, Pierre y otros. La piedra seca. Guia para edificar y
reconstruir. ED. La Fertilidad de la Tierra. Navarra. 2017.
1 comentario:
Es una lastima no poder realizar la actividad del taller y la charla de piedra en Seco.
Gracias por este articulo Loli y mucho animo. De una u otra forma, esperamos aprender de lo que aventura el articulo de arriba, tambien gracias por el trabajo de El Cantal.
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