martes, 25 de diciembre de 2012

Las albadas de mi tierra.

 A continuación me propongo enumerar una anécdota para muchos desconocida y para otros tantos olvidada que tenía lugar en nuestros pueblos y que conocemos con el nombre de Albadas, una tradición músico poética que merece la pena al menos ser recordada. Con motivo de la celebración de la Noche Buena era habitual cantar estas composiciones por las calles del pueblo tras la conocida Misa del Gallo, aunque son conocidas también como cantos interpretados por una mujer que relata sus encuentros por la noche con algún mozo y su despedida al amanecer.
Como decimos pues podía haber albadas con diferentes motivos, religiosos, navideños, amatorios, festivos…los intérpretes eran los mozos del pueblo que iban casa por casa cantando en “honor” a los diferentes sujetos y que en orden descendente solían ir desde el cura a la muchacha de turno pasando por el alcalde. Es conocido pues que en muchas ocasiones estas contaban con cierta crítica social que, aunque no hacía aguas mayores, solía provocar el enrojecimiento del personal, y en diferentes grados, pudiendo incluso rozar el insulto. En cualquier caso se solía proceder con algún villancico, y es que se encuentran principalmente ligadas a los acontecimientos religiosos de la Navidad. Un ejemplo de la primera que solía cantarse en la puerta de la Iglesia podría ser “Dios hizo el mundo en seis días y el séptimo descansó”.
El intérprete solía ser en primer lugar un solista al que acompañaba posteriormente el resto del coro junto con los instrumentos, guitarras, laudes, bandurrias, panderetas, castañuelas, u otros interesantes de recuperar por lo que entrañan de populares como los hierros, el chinchecle aragonés y otros comunes entre los pastores como las ristras de huesos de cordero. Así se desenvolvía la velada entre risas y aplausos, letras improvisadas y los aguinaldos de los “homenajeados” que obsequiaban a sus cantores con mistela, pastas, aguardiente y otros licores que ayudaban a templar el cuerpo en la fría noche del recien estrenado invierno.

Hoy todas las letras han sido olvidadas, a excepción de algunas recopiladas en estudios de campo como el taller de música tradicional del Alto Palancia realizado por Manuel Gil y Rafael Benedito. Sirva esta breve reseña pues para alentar a los jóvenes y mayores de nuestros pueblos a recuperar una tradición tan nuestra que desgraciadamente sucumbe ante el ocio de la borrachera en discotecas y bares, para poder ver el año que viene las calles llenas de gente cantando y bebiendo sanamente en un mundo que tiene de miseria mucho más del que conocieron los que las hicieron populares.

Y es que como dice el refrán, donde hay música no puede haber nada malo.


 Albadas y coplas:


A esta casa hemos llegao

Con deseo de cantar,

Si nos da permiso el amo

Ya podemos empezar.



En esta calle que entramos

Tiran agua y salen rosas

Y por eso la llamamos

La calle de las hermosas.



En esta calle que entramos

Tiran agua y salen ranas

Y por eso la llamamos

La calle de las marranas.




A esta puerta hemos llegao
con intención de cantar,
si quiere que le cantemos
sillas nos has de bajar.

La cimbomba tiene un diente,
y la muerte tiene dos,
si no nos dan aguinaldo,
mala muerte les de Dios.

Y esta noche es Noche Buena
y mañana Navidad,
saca la bota botero
que me quiero emborrachar.

La despedida les doy
no se las quisiera dar
el corazón se me pone
gotas de sangre a llorar.





Esta noche es noche buena
que no es noche de dormir
está la Virgen de parto
y a las doce ha de parir.



El señor cura no baila
porque lleva la corona
baile, baile señor cura
que Dios todo lo perdona.


Por un pedo que me eché
en los morros del alcalde
cinco duros me costó
aquella miajica de aire.


Delante de mi madre
no me hagas señas
porque es liebre corrida
y se conoce las sendas.


Cada vez que paso yo
y en la ventana no estás
por eso paso cantando
por ver si te asomarás.





4 comentarios:

Anónimo dijo...

En Viver los niños el dia 24 por la tarde noche antes de la cena de nochebuena van en grupos de amigos a cantar villencicos por las casas y la gente les da dinero o merienda. No se si se seguirá haciendo en otros pueblos.

Anónimo dijo...

Es cierto que todas estas actividades tradicionales nos muestran mucho de lo "viva" que podía estar la sociedad no hace mucho, ya que los cánticos y el disfrute colectivo eran momentos habituales que hoy brillan por su ausencia en nuestra sociedad. Además todas estas tradiciones fomentan lo colectivo frente a lo individualizado y son infinitamente más sanas que la fiesta hipermercantilizada, borrega y de masas que se produce hoy en dia.Pero no es oro todo lo que reluce, la mayoría de estos canticos como de otras costumbres(y no me refiero al hecho en sí del acto, que es muy valido, sino al contenido) dan muestras de como la dominación entró de manera irreparable en las vidas de nuestra gente, como se aceptó el poder tanto del ayuntamiento,como de la iglesia o los terratenientes, y esto forma parte inseparable del triunfo de la modernidad.

Anónimo dijo...

Un aspecto interesante a aportar: Los villancicos no eran de origen religioso. Etimológicamente la palabra villancico significa "canción de villanos" pues estos surgieron de la canción profana no como forma musical religiosa, aunque más tarde la Iglesia los adoptara para su labor litúrgica.

Anónimo dijo...

Muchas gracias por la aclaración.