domingo, 3 de febrero de 2013

El trueque comarcal. Reflexiones para la memoria.

Para lo mucho que se está hablando estos días sobre la necesidad de retomar el valor del intercambio comarcal, y la necesidad o no de mediatizarlo mediante un valor de cambio como es la moneda social Eco, vamos a transcribir algunos datos que a nivel comarcal se han dado históricamente sobre estos aspectos para lanzar un poco de luz sobre los hechos, y que cada cual pueda valorar con perspectiva histórica lo que parece está costando tanto de asimilar.
Así pues, comenzar diciendo que en una comarca tan peculiar como la nuestra con marcadas diferencias entre la sierra, los páramos y el valle, y la dificultad con la que a nivel de vías de comunicación se cuenta (a lomos de un animal), hace necesario que para lograr ese autoconsumo, muchos de los bienes se deban intercambiar. Este intercambio solía hacerse con el excedente de las distintas cosechas que a nivel doméstico principalmente se producían. Con el aumento del poder adquisitivo y la entrada generalizada del consumo todo esto se fue desmantelando hasta llegar al punto en el que nos encontramos hoy.

Así pues, tenemos que hablar de diferentes niveles de intercambio de bienes y servicios, en primer lugar a nivel local. Este se realizaba producto por producto o bien servicio por producto, como por ejemplo el médico al que se le pagaba la iguala, que primero se daba en especie y más tarde en dinero, al molinero con la maquila (un kilo por fanega o tres cuartillos) o al hornero que cedía el horno para que la comunidad amasara sus panes, con el pan de poya que se le dejaba, de ahí el nombre que recibían de hornos comunales o de poya los cuales llegaron a ser propiedad de los vecinos hasta que pasaron a manos particulares. Un caso interesante es el del barbero de El toro al que se le pagaba anualmente con trigo. Existe constancia también de que en Barracas en la carnicería, a la que se acudía poco ya que la gente tenía animales en casa, se pagaba con animales vivos de mayor peso que el de la carne comprada.

El caso de las tiendas comarcales quedaba reducido a la anécdota ya que tan solo se acudía para comprar productos que en la comarca no se podían producir como por ejemplo arroz, chocolate, sal, especies y alguna cosa más como vino (quienes no lo producían), o pescado, sobre todo sardinas, las cuales también se vendían de manera ambulante. En cualquier caso muchas de estas cosas se solían comprar a granel o en los mercados, ya que salían más baratas; o accediendo a pagar en especie, como en el caso de los páramos con trigo, o miel; en Espadán con aceite, y otros como los jamones que sacaban del propio puerco, y es que como reza el refrán, el que a la tienda va y viene, la tienda mantiene. Muchos de estos productos eran almacenados y transportados por ejemplo a la ciudad, como ejemplo de una red mayor de intercambio, en la que ya a menudo entraba en juego la moneda.

Volviendo a un segundo escalón del intercambio comarcal, había algunos productos como los huevos que tenían un valor de intercambio, toda la gente disponía de ellos en su corral doméstico, y como dato podemos encontrar el de un huevo por dos sardinas. En Matet, dos huevos por tres sardinas, lo cual es lógico ya que solía incrementarse si existía desplazamiento, y lo que se pagaba no era precisamente gasolina. En algunos pueblos como Gátova se pagaba con fascal, jareta, trenilla de esparto, que se utilizaba en agricultura para atar ramucha, aliagas de las que posteriormente llevabas al horno, etc.

Resulta interesante el caso de los vendedores ambulantes, como quincalleros, vendedores de loza, botigueros o ropa, a los que también se les solía pagar con huevos, animales, y en algunos casos con dinero. El pelejero, que recogía las pieles de los conejos cambiaba estas por mixtos o agujas para coser.

Otro tipo de intercambio ya a nivel comarcal se producía con los pueblos de alrededor en ferias y mercados, donde se integran las actividades artesanales como la cerámica y cestería. El intercambio seguía basándose en el trueque: una barcilla de trigo por un cuarterón de aceite, el peso de garbanzos por el peso de alubias donde estas no se producían y viceversa, una olla por su capacidad de aceite, una cesta por lo que quepa en ella de patatas. Sacañet cambiaba los garbanzos a Soneja por cebollas.

Y ya por último para procurarse dinero que generalmente iba destinado a otros menesteres que no eran la alimentación, estaban los mercados de Caudiel y Segorbe, la plaza los puercos donde como su propio nombre indica se vendían las crías de los cerdos, la plaza los pollos, la replaceta del arroz, y otras que esperamos ir desvelando en próximas aportaciones. A lo que no hay que olvidar de añadir la ayuda mutua en las faenas del campo, la casa, o el municipio entre familiares, amigos y hermanos, observando pues un fuerte tejido social en el que predominaban las relaciones personales directas desde lo local a lo comarcal, y no al contrario (de lo global a lo particular), y donde la necesidad imponía que el dinero jugara en la mayoría de los casos un mero valor residual.

Para finalizar decir que existen un nutrido ejemplo de testimonios tanto orales como escritos sobre todos los aspectos aquí comentados, nuestros mayores son los que mejor pueden dar cuenta de ello.



Más vale la buena unión


que tienen mis compañeros,


que todo el oro y la plata


que se fabrica en Toledo.



Fuente: A escullar.


9 comentarios:

Anónimo dijo...

Por esto es por lo que muchos somos reticentes....porque hay otra manera de hacer las cosas nivel comarcal.
Esto es lo que entendemos por sentimiento comunitario y no la supuesta comunidad virtual que es la visión comunitaria de un posmoderno.

Anónimo dijo...

Yo no le quiero dar muchas más vueltas al asunto. En este momento parece que hay dos opciones respetables, que cada cual elija la que más se acomode a su pensamiento o práctica. Yo creo que de por sí ninguno de los dos métodos plantea una transgresión de la relación social jerárquica , ya que no pone en tela de juicio quien dispone de medios de producción, de tierras, inmuebles...no ataca la propiedad. Por tanto no se parte a la hora de hacer un trueque de una relación equitativa entre ambos o al menos no tiene porque serla. En cuanto a la opción virtual o no, depende del uso que se haga del sistema, quien quiera establecer relaciones de cercanía lo puede hacer o no en ambos casos, ya que el reunirse en un momento dado para realizar un trueque no asegura un sentimiento de hermandad y unión. En resumen, desde mi punto de vista utilizar eco o trueque no es por si mismo una estrategia subversiva. En última instancia dependerá de cual sea la filosofía del que pretenda cambiar o producir. Lo que si que crea una comunidad o prefiero llamarlo pueblo es un sentimiento colectivo de defender una riqueza que pertenece al común y que con el trabajo común beneficia al pueblo. La formula final de transacción es un medio no un fin.

Anónimo dijo...

No hay que olvidar la utilidad política que se puede hacer del asunto, al igual que ha sucedido en Francia porque aunque tus intenciones sean bienintencionadas no está en tus manos la utilidad política que sirva el conjunto de todas las redes, ya que más de uno se habrá quedado con cara de tonto al ver al ayuntamiento de Tolouse apuntarse el tanto.
Por otro si tampoco favorece a crear lazos comunitarios (por su virtualización, globalización etc) y si a esto le sumamos lo que indican las actas de las asambleas de olba y pueblos de interior, que no acaba de arranacar porque la gente sigue haciendo lo que hacía y no necesitan trasacciones de este tipo nos da a entender que existen más riesgos y aspectos no positivos que motivaciones para ponerse a favor...De todas maneras el debate crítico siempre debe ir dirigido a sacar porpuestas en positivo y está debe ir orientada a fomentar el intercambio directo y los trabajos comunales.No hay que inventar nada nuevo, la cuestión es querer hacerlo.

Anónimo dijo...

Está muy bien recordar el pasado, donde la sociedad estaba articulada de otra forma en cuanto a las relaciones económicas pero que era igual de injusta en su mayoría, esa coyuntura daba pie al no uso del dinero, pero de poco más nos sirve hoy que de recordarlo. La cuestión es que hemos nacido con unos planteamientos y unas formas de funcionar que en la práctica son difíciles de desterrar. Recuperar el trueque está muy bien es una herramienta sencilla que no hay porque desechar, sobretodo en intercambios directos. El problema viene si lo que se quiere es que la comunidad devuelva el valor del intercambio, cosa que facilita el poder cubrir mayores necesidades de la vida cotidiana, pero a la vez lo hace más complejo. Ahí es cuando veo al eco como una herramienta útil para cuantificar de una forma transparente las transacciones. No dudo que hallan otras muy validas que ya se lleven a cabo en otros sitios, y posiblemente no tienen porque ser virtuales. Desde luego no tengo fe ciega en nada. No se puede especular con que pasará porque tenemos que cambiar el chip para empezar a funcionar y ambas formas de relaciones pueden resultar fallidas. Desde luego que yo sepa no hay nada funcionando aquí virtual o no asi que de poco sirve hablar, manos a la obra...el tiempo dirá.

Anónimo dijo...

Justamente el martes pasado estuve hablando con un vecino mio de Viver de unos 70 años sobre la crisis y me estuvo contando que cuando el era joven todos tenian unos pocos animales y algo de tierra y hacian intercambios de excedentes. Los dos acabamos diciendonos que que triste que ahora la gente ya no sabia plantar ni una triste lechuga. Muy buen articulo, estos son los intercambios que la gran parte de la historiografía no le ha prestado atención ya que eran calificados como métodos arcaicos de subsistencia y lo verdaderamente importante era como esto iba poco a poco desapareciendo y como el pueblo se iba adaptando al sistema capitalista.

Anónimo dijo...

Otros tiempos y otras formas de buscarse la vida. Ahora, para bien o para mal, todo es muy distinto y dudo que se pudiera volver a aquello.

Como bien dice ese buen hombre de Viver, somos muchos los que no sabemos plantar una triste lechuga, y dudo mucho que las tareas para las que estamos preparados, puedan ser en algunos casos intercambiables.

No obstante, enhorabuena por el artículo.

Anónimo dijo...

"Como dijo Jaime Semprun, cuando el barco se hunde, lo importante no es disponer de una teoría correcta de la navegación, sino saber cómo fabricar con rapidez una balsa de troncos."

Anónimo dijo...

A la balsa del chopo me voy a tirar yo como esto siga asi,eso si me atare a unos cuantos mas!

Anónimo dijo...

Yo (el de Viver)si creo que se pueda volver al intercambio. Ya existió y puede volver a existir si nosotros queremos. Tenemos que ser nosotros quienes crean en el cambio ya que en unos años el intercambio puede llegar a ser obligatorio, por necesidad y tenemos que estar preparados. Yo por ejemplo, estoy llevando un huerto, me han salido muchas cosas mal, he tenido momentos de desesperacion, he recibido poca ayuda (tampoco he insistido en recibirla) pero veo que es imprescindible que la gente vuelva a recuperar todos aquellos saberes tradicionales que hemos menospreciado como la agricultura, la ganaderia, la recoleccion de furutos silvestres y plantas aromaticas y medicinales...etc ya que cuanto más independientes seamos mejor, tanto por nosotros mismos por nuestra salud (ya que cada vez los productos que nos venden son peores) como por salvar la naturaleza. Si hoy no sabemos ni cultivar una triste lechuga pues se pregunta y se aprende y a traves de estas cosas aprenderemos a valorar a nuestros ancianos (que son los que más saben), a nuestra naturaleza, a los saberes tradicionales y defender lo nuestro en contra del "progreso" que nos han impuesto. Yo por ahora tengo poco que ofrecer pero ya aprenderé