No es nueva la noticia
sobre la opacidad en los plenos municipales y la imposibilidad de
grabarlos, ya que es una denuncia habitual en numerosos
ayuntamientos. Como no podía ser menos, el ayuntamiento de Segorbe
está entre estos ejemplos haciendo gala de su talante autoritario.
Pero ¿acaso podemos
esperar algo distinto?, la acción de delegar inherente al
parlamentarismo y un espejismo consumista que nos ha embriagado
durante unas décadas han brindado una gran oportunidad a la
oligarquía municipal, regional y nacional para enquistarse en las
instituciones que fueron creadas para este fin. Cierto es que me
irrita sobremanera observar como Calvo muestra su más absoluto
desprecio hacia una cierta transparencia, pero no menos me preocupa
que el debate actual no sobrepase el discurso de la transparencia
como fin.
En ocasiones se muestra en televisión como el estado Español vulnera los derechos más básicos a la información sobre sus cuentas, en comparación por ejemplo de Inglaterra. Pero no caigamos en el error de reivindicar la transparencia como fin porque seguramente solo consigamos empeorar nuestra salud mental. Sin embargo si lo que se pretende es despertar alguna conciencia que todavía no estaba al corriente de las cosas quizá sirva de algo. En resumen, en mi opinión de nada sirve conocer los gastos de la casa real o los trapicheos que se fraguan en los plenos Segorbinos, si en el fondo sigue existiendo un poder inamovible y sordo que defiende sus políticas a golpe de porra.
Es tal el nivel de amnesia reinante en la sociedad, que defender posturas de autogobierno es casi jugar a hacer historia-ficción. Atrás quedan sociedades en las que la participación de las personas en las decisiones era tarea cotidiana, o intentos de devolver al pueblo la autonomía perdida. Ensayos o hechos más o menos afortunados pero que demuestran que el autogobierno y la autogestión eran inquietudes palpables entre la gente. Recuperar historias, vivencias, teorías y prácticas pasadas y presentes es tarea urgente para demostrar y porque no, convencernos de que otra forma de organizarnos es posible.
Hoy se demuestra que el modelo caduco y corrupto de votar y delegar no nos conduce a nada. Estamos hartos de ver como nuestros pueblos mueren bajo especulación, el paro, el clientelismo... Por desgracia en momentos como este, cuando se evidencian más las corruptelas y parece que empezamos a ver detalles que antes pasaban desapercibidos, quizá nos sorprenda descubrir la gran hipoteca social, económica y ecológica que deberemos contraer en el futuro. Será entonces fundamental reflexionar acerca de las “familias” que se han perpetuado en los ayuntamientos como resultado a nuestra apatía militante.
Valeriano Perfecto.
1 comentario:
Decididamente, la historia, es un arma cargada de futuro.
Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas.
Gabriel Celya y Paco Ibañez, la poesía es un arma cargada de futuro.
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