Publicamos este comunicado de Juan Pintos, detenido/encarcelado/condenado por el montaje del 4F. El texto lo hemos extraido de la pagina web www.alasbarricadas.org/ . Juan hace una aclaración a la supuesta postura que los medios de comunicación han dado a conocer de "lxs condenadxs del 4f". El montaje del 4f no fue un error del sistema si no su funcionamiento habitual.
Ante todo el revuelo mediático producido por el pase de “Ciutat
Morta” en la televisión pública catalana, y como
encausado/encarcelado/condenado por el montaje policial del 4F, creo
necesario dar a conocer mi opinión respecto a la reapertura del caso, la
búsqueda de responsables y/o culpables y la relación con los medios de
comunicación.
Mi interés en dejar clara mi postura se debe sobre todo a lo sucedido
estos últimos días, con declaraciones en los medios de comunicación
(masivos o alternativos) sobre la existencia de un “verdadero culpable” o
sobre la búsqueda de responsables políticos/judiciales/policiales
concretos, con nombre y apellido. Declaraciones que no comparto en
absoluto y que muchas veces, por falta de rigor o por manipulación, se
dieron a conocer como la postura de “lxs condenadxs por el 4F”.
Creo que el 4F, lamentablemente, no es la excepción en la normalidad
policial/judicial, sino una muestra del funcionamiento habitual de las
instituciones. Los montajes se repiten, con distintxs protagonistas,
todo el tiempo, ya sea para criminalizar un movimiento, para justificar
nuevas leyes de “seguridad” o simplemente para mantener rentable el
entramado empresarial/carcelario. Y en esta realidad, buscar a lxs
supuestxs responsables del 4F es pedirle al sistema, que es por
definición injusto y violento, que se señale a sí mismo, algo que
sinceramente no creo que suceda. O peor, es darle a las instituciones la
oportunidad de “depurar” responsabilidades, de apartar “manzanas
podridas” que alteran el funcionamiento correcto e imparcial de la
policía, la justicia y la política. Hacer algo así es erigir, una vez
más, al estado como garante y guardián de “lo justo” y “lo verdadero”,
cuando en realidad es el estado mismo que funciona y se mantiene gracias
a las torturas, los encarcelamientos y la violencia de sus cuerpos
armados.
¿Qué se puede lograr destituyendo a un cargo político? ¿Qué se puede
lograr con dos policías encarcelados? ¿Qué se puede lograr apartando a
una jueza de su cargo? Sinceramente creo que nada más que una escasa
satisfacción personal que me es ajena.
Alguien ocupará ese cargo y continuará asegurando el idéntico
funcionamiento de la institución, otros policías patrullarán las calles,
otros jueces dictarán penas de cárcel.
No quiero, ni necesito, que el mismo sistema que nos detuvo, torturó,
juzgó y condenó se legitime ahora como garante de la verdad y la
justicia. Creo que personalizar la responsabilidad del montaje que nos
encarceló es una manera de negar la realidad del sistema en el que
vivimos, donde las detenciones arbitrarias, las palizas y los juicios
condenatorios son la norma y no la excepción.
No quiero, ni necesito, ver a más personas en la cárcel.
No quiero cambiar la oportunidad de un cuestionamiento radical,
quizás menos comercial pero infinitamente más útil, por más minutos en
el aire de sus mass media, por más líneas en sus periódicos, por más
promesas de “investigación”.
Creo que es momento de trazar una línea que conecte todos los
montajes que realiza el estado y darse cuenta, quien todavía no lo haya
hecho, que la realidad es que el estado (ya sea español, catalán o el
que ustedes elijan) es responsable en su totalidad de los
encarcelamientos, torturas y humillaciones que sufren todos los días un
número impresionante de personas.
La Operación Pandora, Alfon, Mónica y Francisco, el 4F, el 9F, Núria,
el caso de Torà, migrantes en los CIEs y así podría seguirse
indefinidamente, no son casos aislados; éste es el comportamiento de un
sistema criminal, y pedirle explicaciones a ese mismo sistema es entrar
en un juego que está perdido de antemano.
Las respuestas están en la calle, en la organización entre afines, en
el rechazo práctico y diario a sus estructuras de poder y maltrato, y
no en platós de televisión, palacios judiciales ni voceros del estado.
Mientras el 4F o cualquier otro caso sea vivido y mostrado como una
anécdota, como victimización de tal o cual persona, es imposible
cuestionar la totalidad del problema, y así sólo llegarán “soluciones”
parciales, falsas desde su origen y que continuarán fortaleciendo al
estado en su rol de mediador, protector y guardián de la ciudadanía.
Creo que la única forma de que estas situaciones no se repitan es
dejar de lado los egos, la victimización y la necesidad de una venganza
personalizada con nombre y apellido.
Entiendo, y no soy quien para cuestionarlo, que exista una diversidad
de posturas respecto a la situación del 4F, pero creo que es necesario
dejar bien claro que no me representa en lo mas mínimo el camino que se
ha recorrido este último tiempo, como mínimo desde la emisión de “Ciutat
Morta” en tv3.
Creo que tener el conocimiento de la podredumbre total y absoluta de
las instituciones debe ser una herramienta para que los cuestionamientos
se vuelvan globales, es decir que tener la certeza de que las
instituciones funcionan así debe ser el principio de los planteamientos
radicales que buscan un cambio completo en la forma de relacionarse, y
no una excusa para justificar la inacción o la pasividad.
Mi postura, cruda y crítica hacia el sistema en general, no es un
llamado a la resignación sino a una radicalización de las prácticas
diarias que existen por fuera de sus estructuras, a un crecimiento de
los espacios fuera del control estatal, y creo que en ese camino es
necesario aprovechar cada grieta en el funcionamiento del sistema para
profundizarlas, hasta que la situación se les haga insostenible.
Dicho esto, sólo me queda pedir vuestra solidaridad activa con todxs
lxs que están sufriendo, ahora mismo, aislamiento, maltrato y cárcel por
sostener y defender sus ideas.
Libertad para todxs o libertad para nadie.
Salud.
Juan Pintos, detenido/encarcelado/condenado por el montaje del 4F
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