El pasado 12 de noviembre la Unión Europea dio carta blanca al uso del
herbicida (glifosato), renovando la licencia para su comercialización, ante la
conclusión de la Agencia Europea para la
Seguridad Alimentaria (EFSA) de que “es improbable que suponga una amenaza
carcinógena para los seres humanos”. Por
lo que a nosotros nos atañe este es un producto ampliamente usado en la comarca
por todo tipo de agricultores, desde profesionales hasta los que la practican
tipo Hobby, con numerosos inconvenientes tanto desde el punto de vista de la
salud como desde el ámbito de la ecología. También los Ayuntamientos de todos
los pueblos de la comarca lo utilizan en parques, jardines y calles para el
control de la “broza”, y resulta habitual ver a los operarios de Renfe
sulfatando los taludes de la vía con una descarada inconsciencia. La
alternativa a este producto pasa por un modelo agrícola local que fije
población, eliminando las llamadas “malas hierbas” de forma mecánica e
introduciendo la ganadería en los ecosistemas principalmente de secano. O bien
poniendo en práctica formulas que van desde la agricultura ecológica hasta la
permacultura.
A continuación la noticia.
Encima de la mesa, el último informe de la Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC),
de la Organización Mundial de la Salud, que en marzo clasificó el glifosato
como un “probable carcinógeno para el ser humano” basándose en un metaestudio en el que se demostró que hay
“fuertes evidencias” de que provoca cáncer en animales de laboratorio. La EFSA
deberá tener en cuenta estas conclusiones a la hora de reevaluar la seguridad
de esta sustancia. “Sólo con esto debería ser suficiente para que la EFSA
prohibiera el herbicida en Europa, ya que una de las normas sobre plaguicidas
es que no debe haber riesgo de que provoquen cáncer”, dice Luís Ferreirim,
coordinador de la Campaña de Agricultura y Transgénicos de Greenpeace.
Organizaciones ecologistas y particulares suponían que iba a ser difícil
que se prohibiera. No en vano, el glifosato es el ingrediente activo principal
del herbicida Roundup, comercializado por Monsanto, la multinacional
agroalimentaria más poderosa del mundo.
“Además de ser un posible cancerígeno, hay bastante evidencia sobre sus
efectos retrotóxicos, de malformaciones en el desarrollo, y empieza a haber
cierta evidencia científica sobre su capacidad de alterar el sistema hormonal”,
dice Romano. Estudios anteriores también lo relacionan con “procesos agudos
como problemas en la piel, respiratorios, dolor de cabeza; y crónicos como un
desarrollo neurológico anormal, un incremento en la incidencia del linfoma
no-Hodgkin, afección en la placenta humana con probable incidencia en el
desarrollo de abortos, etc.”, indica a Diagonal Javier Souza, presidente del Pesticide Action Network International.
Sin
embargo, el uso del glifosato no ha hecho más que crecer en los últimos años.
Aunque este principio activo, bajo el nombre comercial de Roundup, empezó a
utilizarse por Monsanto en la década de los 70, el boom de este producto vino ligado a los transgénicos. “Los primeros transgénicos, creados
también por Monsanto, la soja Roundup Ready, fue una creación para garantizar
el seguimiento de la comercialización de su producto estrella, que era el
glifosato”, explica Ferreirim. Dicha soja fue modificada genéticamente para ser
tolerante al glifosato. Después vinieron otros cultivos modificados para tal
fin: el maíz, el algodón, la canola, la remolacha o la alfalfa.
Hoy, el 99% de la soja cultivada en
Argentina, y más del 90% de la mundial, es transgénica, pero
con el paso del tiempo las malas hierbas han creado una resistencia al
herbicida, lo que obliga a los agricultores a utilizar cada vez mayores
cantidades de glifosato.
Pues bien, como apuntábamos más arriba, y era de esperar, la EFSA
ha considerado que “es improbable que sea
genotóxico o que suponga una
amenaza carcinógena para los seres humanos”.
La EFSA considera que las diferencias entre sus conclusiones y las de la
IARC se deben a que la agencia internacional sobre el cáncer estudió el
glifosato según sus distintas fórmulas comerciales, en las que está mezclado
con otros químicos, mientras que la agencia europea lo ha estudiado sólo en su
estado puro, aislado de los elementos que lo acompañan en los productos
pesticidas en los que se comercializa. De hecho, la EFSA reconoce la posible toxicidad del glifosato en su formulación
comercial, y propone que "la toxicidad de cada
formulación de pesticida y en particular su potencial genotóxico deberían
ser considerados posteriormente por las autoridades de los Estados miembros
cuando reevalúen los usos de las formulaciones basadas en el glifosato en sus
propios territorios".
Fuente y más información: diagonalperiodico.net
Este es el peso de las
multinacionales en Europa.
Thymus vulgaris.
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