jueves, 19 de noviembre de 2015

Herbicidas, Europa y Monsanto.

El pasado 12 de noviembre la Unión Europea dio carta blanca al uso del herbicida (glifosato), renovando la licencia para su comercialización, ante la conclusión de la Agencia Europea para la Seguridad Alimentaria (EFSA) de que “es improbable que suponga una amenaza carcinógena para los seres humanos”.  Por lo que a nosotros nos atañe este es un producto ampliamente usado en la comarca por todo tipo de agricultores, desde profesionales hasta los que la practican tipo Hobby, con numerosos inconvenientes tanto desde el punto de vista de la salud como desde el ámbito de la ecología. También los Ayuntamientos de todos los pueblos de la comarca lo utilizan en parques, jardines y calles para el control de la “broza”, y resulta habitual ver a los operarios de Renfe sulfatando los taludes de la vía con una descarada inconsciencia. La alternativa a este producto pasa por un modelo agrícola local que fije población, eliminando las llamadas “malas hierbas” de forma mecánica e introduciendo la ganadería en los ecosistemas principalmente de secano. O bien poniendo en práctica formulas que van desde la agricultura ecológica hasta la permacultura.
A continuación la noticia.


Encima de la mesa, el último informe de la Agencia Inter­na­cional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC), de la Organización Mundial de la Salud, que en marzo clasificó el glifosato como un “probable carcinógeno para el ser humano” basándose en un metaestudio en el que se demostró que hay “fuertes evidencias” de que provoca cáncer en animales de laboratorio. La EFSA deberá tener en cuenta estas conclusiones a la hora de reevaluar la seguridad de esta sustancia. “Sólo con esto debería ser suficiente para que la EFSA prohibiera el herbicida en Europa, ya que una de las normas sobre plaguicidas es que no debe haber riesgo de que provoquen cáncer”, dice Luís Ferreirim, coordinador de la Campa­ña de Agricultura y Transgénicos de Greenpeace.
Organizaciones ecologistas y particulares suponían que iba a ser difícil que se prohibiera. No en vano, el glifosato es el ingrediente activo principal del herbicida Roundup, comercializado por Monsanto, la multinacional agroalimentaria más poderosa del mundo.
“Además de ser un posible cancerígeno, hay bastante evidencia sobre sus efectos retrotóxicos, de malformaciones en el desarrollo, y empieza a haber cierta evidencia científica sobre su capacidad de alterar el sistema hormonal”, dice Romano. Estu­dios anteriores también lo relacionan con “procesos agudos como problemas en la piel, respiratorios, dolor de cabeza; y crónicos como un desarrollo neurológico anormal, un incremento en la incidencia del linfoma no-Hodgkin, afección en la placenta humana con probable incidencia en el desarrollo de abortos, etc.”, indica a Diagonal Javier Souza, presidente del Pesticide Action Network Inter­na­tional. 

Sin embargo, el uso del glifosato no ha hecho más que crecer en los últimos años. Aunque este principio activo, bajo el nombre comercial de Roundup, empezó a utilizarse por Monsanto en la década de los 70, el boom de este producto vino ligado a los transgénicos. “Los primeros transgénicos, creados también por Monsanto, la soja Round­up Ready, fue una creación para garantizar el seguimiento de la comercialización de su producto estrella, que era el glifosato”, explica Ferreirim. Dicha soja fue modificada genéticamente para ser tolerante al glifosato. Des­pués vinieron otros cultivos modificados para tal fin: el maíz, el algodón, la canola, la remolacha o la alfalfa.

Hoy, el 99% de la soja cultivada en Argentina, y más del 90% de la mundial, es transgénica, pero con el paso del tiempo las malas hierbas han creado una resistencia al herbicida, lo que obliga a los agricultores a utilizar cada vez mayores cantidades de glifosato. 

Pues bien, como apuntábamos más arriba, y era de esperar, la EFSA ha considerado que “es improbable que sea genotóxico o que suponga una amenaza carcinógena para los seres humanos”.

La EFSA considera que las diferencias entre sus conclusiones y las de la IARC se deben a que la agencia internacional sobre el cáncer estudió el glifosato según sus distintas fórmulas comerciales, en las que está mezclado con otros químicos, mientras que la agencia europea lo ha estudiado sólo en su estado puro, aislado de los elementos que lo acompañan en los productos pesticidas en los que se comercializa. De hecho, la EFSA reconoce la posible toxicidad del glifosato en su formulación comercial, y propone que "la toxicidad de cada formulación de pesticida y en particular su potencial genotóxico deberían ser considerados posteriormente por las autoridades de los Estados miembros cuando reevalúen los usos de las formulaciones basadas en el glifosato en sus propios territorios".  

Fuente y más información: diagonalperiodico.net


Este es el peso de las multinacionales en Europa.

Thymus vulgaris.


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