miércoles, 15 de agosto de 2012

Vindicación de José y Pedro Pellicer


Curioso artículo de opinión enviado al periódico Levante el 15 de Febrero del 2007 escrito por Coral Pellicer sobre la vida de su  padre José Pellicer, conocido luchador de la columna de hierro.  Este texto nos ayuda a  esclarecer un poco más aquellos hechos que sucedieron también en nuestra comarca, sobre todo en lo referido a los "paseos" que se realizaron durante la guerra. Hechos que ciertos historiadores no han dudado  en achacar  a la "Columna de hierro",  sin ningún tipo de rigor ni histórico ni político,ensuciando el recuerdo de dicha columna  y que han formado parte del ideario colectivo hasta nuestros días.

La columna de hierro no estaba formada por unos "santitos", eran revolucionarios ni más ni menos, y asumieron sus actos , como vaciar la cárcel de Castellón o la destrucción de los archivos judiciales y del registro de la propiedad. Intentaron acabar con el "viejo mundo", fueron la columna que más trabas puso para aceptar su militarización porque no querían perder su integridad y el ser coherentes ha servido para que se les acuse de  todos los desmanes que sucedieron  en aquellos días.    

Vindicación de José y Pedro Pellicer


CORAL PELLICER 
Espero que esta vindicación que transcribo sea lo suficiente explicativa respecto a la digna y corta vida de mi padre José Pellicer y mi tío Pedro Pellicer, para aclarar las informaciones que se vierten en un par de los libros (5.º y 6.º) de la colección sobre la Guerra Civil en Valencia, que se publican semanalmente en este periódico, que me recuerdan los sumarísimos de la posguerra. «No lo dejaron tranquilo en vida y no lo dejan muerto, era demasiado inteligente y carismático y eso despertaba recelos, envidias y había que destruirlo.» Añado esto porque me lo dijeron en su momento dos históricos de prestigio, uno valenciano y otro catalán, y me lo repiten ahora. Revolucionarios a los que había que destruir. Mi padre y tío eran unas bellísimas personas que salvaron muchas vidas y cuyo Grial todavía existe gracias a él.
La vindicación de José Pellicer por don Miguel Amorós dice así: «Antes de renunciar a sus convicciones, prefería morir. Le atribuyeron muertes a las que era ajeno, pues jamás había disparado un tiro fuera del frente, y le condenaron a la máxima pena. El delito de haber pertenecido a la gloriosa Columna de Hierro era imperdonable. Pellicer se enfrentó a la parca con serenidad. Había vivido conforme a sus ­ideales y moría de acuerdo con ellos. Fue fusilado en el campo de tiro de Paterna, junto a su hermano Pedro, compañero de lucha, el 8 de junio de 1942. Saber que su hermano perecía con él le hizo más doloroso el final pero le restó coraje. No podía aunque quisiera porque su corazón estaba lleno de amor por los que se quedaban: por su compañera, por su hija, por su hermano pequeño... Eso le confortó en los momentos fatales.
»Se despidió de los suyos con una impresionante carta y marchó entero a encontrarse con su trágico destino.
»Sorprendentemente, la descarga de fusilería no le alcanzó de lleno y Pellicer se quedó de pie, mirando a sus ejecutores.
»El oficial que mandaba el pelotón le mató de un disparo en la frente. Pedro, agonizante en el suelo, fue rematado de un tiro en la sien. Aunque hoy tenga tan poco valor, quizás porque no tenga precio, que quien sienta vibrar en su interior la llama de la rebeldía intente comprender que ese día murieron dos valientes. De esos a quienes los antiguos griegos llamaban virtuosos, porque "durante toda la vida avanzaron por impecable sendero", brotándoles de dentro "el sudor de un ánimo esforzado" y llegando "a la cumbre del valor". Sus ejecutores no lograrían matar el símbolo, puesto que los hermanos Pellicer simbolizan el lado invencible de la revolución, la conciencia insobornable y el anhelo de libertad.»
Respecto a la mítica columna a la que se le achacaba todo lo achacable, este mismo periódico, el 18 de noviembre de 2001, publicaba, firmado por Benjamín Lajo, Patrullas del terror, donde se decía que esas tremendas unidades móviles nunca se pudo demostrar quiénes fueron. Ni siquiera los consejos de guerra franquistas pudieron, les fue imposible identificar a esos grupos con la Columna de Hierro ni entonces ni después. De hecho, mi padre, tío y compañeros constituyeron patrullas de vigilancia para descubrir quiénes eran; lo consiguieron en dos casos, y aplicaron justicia, tal como manifestó mi tío al autor. Y en Tavernes Blanques, desde noviembre del 36, ni un paseo más. Ya se encargó José Pellicer (delegado de la columna y comité de guerra, después su comandante en jefe por unanimidad de los compañeros) de pararles los pies a los que eran. «Un paseo más y os arraso», no hablaba con sus compañeros. «En Tavernes hemos podido dormir tranquilos gracias a los Pellicer», decían por el pueblo en el 39. Por otra parte, yo me pregunto si la gente se ha parado a pensar en lo que significa: servicios secretos, infiltrados, quita columnistas, etcétera. Desestabilizar da muy buenos resultados, y achacar culpas a otros, también..
La actuación de la Columna de Hierro ha sido constantemente falseada, desprestigiada y con una versión tergiversada y parcial, como suele ocurrir con la historia, por otra parte. Pero yo no voy a tolerar que esto perdure (grabaciones tengo de gente hoy de derechas) y se desprestigie y calumnie a una volumna que si algo era, era revolucionaria. Habrá que destruirla.
Salieron al frente en muchos casos cuatro con un fusil, con eso basta. Tengo la fotocopia del carné de afiliación de un miliciano, obtenido en Salamanca, que la línea de Rango, pone: un fusil. Esa copia está en mi corazón..
A los que combatieron con la República por un mundo mejor y yacen bajo tierra. Respeto. ¡Ay! Si la de Hierro hubiese sido catalana... 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Todo aquel que no se doblegó al gobierno de la Republica y que luchó por sus ideas al margen del estado contra el fascismo fue criticado y calumniado por la burguesia republicana y lo es ahora por la historiografia estatal. Los historiadores no tienen ningun reparo a acusar sin ninguna prueba a los anarquistas de todo lo que pasaba en la retaguardia y nunca reconocen la gran labor que hicieron en el frente.