viernes, 28 de septiembre de 2012

Codoñate (membrillo).

Terminando el creciente de sepriembre (como observaba un hombre de mi pueblo, todos los crecientes se rebota el tiempo), con un Veranico de San Miguel con temperaturas propias del entrado otoño, volvemos con una receta popular propia para estos días, la del membrillo o codoñate, y es que en el Palancia somos también muy lamineros y nos va el dulce. 

Simplemente decir que la naturaleza, sabia como ella sola, como apuntaba un buen amigo, nos brinda los frutos necesarios para pasar el frío y aguantar el invierno con suficientes calorías.
El membrillo, además de excelente astringente para los casos de diarrea, tiene, por su alto contenido en azucar, el ingrendiente calórico idóneo, junto con los higos secos y las nueces (el turrón del pobre), las avellanas, o las almendras, así como otros frutos secos propios de la estación en esencia; para pasar los días de frío, el otoño y el invierno, así como las comidas de frío en el monte o huertas.
Ya lo he mencionado, pero codoñate es el nombre con el que las gentes de estos pueblos llaman a la carne de membrillo, un árbol que crece en numerosas huertas de nuestra comarca, aunque si bien nos fijamos muchos permanecen donde fueron plantados, es decir, en las orillas de los ríos o acequias para preservar la erosión.
Fueron muy comunes antaño ya que como digo era muy útil, pero es que además era uno de los pocos alimentos que incorporaban ese componente de golosina, sobre todo para los niños, ya que las golosinas de plástico no existían, y este, junto con las caicavas o los alborsos eran de los más apreciados.

La receta es simple y consta de lo siguiente:

- 1 kg. de membrillos.
-1 kg. de azucar.
- Ralladura de la corteza de un limón.

En primer lugar pelamos los membrillos, los troceamos y cocemos. Como suele ser bastante dificil quitarles la piel podemos hervirlos un poco para que sea más sencillo. Como igualmente hay que cocerlos, este puede ser el paso previo que nos facilite las cosas. Ese será el momento de pesar la pulpa e igualar su peso con el del azucar. Entonces los ponemos en una cazuela junto con el azucar y a fuego constante  movemos sin parar para que no se pegue y no salte, mejor con una cuchara de palo. Continuamos moviendo hasta que se marquen los círculos de la cuchara en la pasta. Cuando nos parezca que toma un color oscuro, un poco antes añadimos la ralladura de limón y un poco de canela en rama si se desea.
El momento de retirarlo del fuego será cuando lo pongamos en un plano boca abajo y no se esbare. Entonces podemos ponerlo en platos y dejarlo secar bien.
Últimamente hay quien los mete en botes y aprovechando el cierre hermético de la alta temperatura lo consume posteriormente como confitura.
Personalmente está buenísimo con nueces o queso, y si es la primera vez que lo hacéis, mejor no pongáis mucha cantidad en el plato para que no se quede muy tierno.

Que lo disfrutéis.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que bueno el membrillo; enhorabuena por esta sección tan interesante de gastronomía con la cual realizáis un gran aporte para evitar que se pierdan las recetas tradicionales de los pueblos.