martes, 29 de octubre de 2013

"A las puertas de la sociedad obrera". Artículo de Miguel Angel Rodriguez sobre el movimiento obrero en Soneja.

Desde este blog queremos ir recuperando la historia comarcal, la parte de ella que va cayendo en el olvido y es necesario sacar a la luz. En esta ocasión nos centramos en Soneja, ya que el movimiento obrero allí tuvo una gran importancia y creemos que a gran parte de los palantinos les es desconocido. Para ello vamos a publicar un interesante artículo publicado en 2011 en el libro de fiestas de Soneja, que consideramos de gran interés. Su nombre es "A las puertas de la sociedad obrera" y su autor Miguel Ángel Rodríguez Rodríguez. A parte del interés que suscita dicho trabajo, podemos disfrutar también de las bonitas fotografías que ha incluido Miguel, que ilustran lo que aún conservamos de aquellos hechos.






A LAS PUERTAS DE LA SOCIEDAD OBRERA



El pasado 27 de febrero fue inaugurado el nuevo Salón de Usos Múltiples municipal, tras acometer el ayuntamiento una obra de acondicionamiento total del edificio que, desde 1932 y hasta 2004, funcionó como Matadero Municipal. Su nuevo cometido principal es servir como merecido gran local de ensayos para la banda de la Sociedad Unión Musical. Al realizar la adecuación, se ha querido conservar de aquella gran nave original su misma fachada, recuperando un antiguo acceso que existía en su lado izquierdo y adaptando el vano central para incorporar un gran portalón rematado en arco, cargado de bagaje.

En sí mismo, ese gran portal es un conjunto de piezas recio y de impecable hechura. Realizado con madera de mobila (Mobile) y posiblemente de olmo negro, consta de dos grandes hojas verticales separadas entre sí, en toda su alzada y a modo de parteluz, mediante una estrechísima columna entre salomónica y serpenteante. Vistas desde fuera, cada hoja o puerta presenta la misma división en tres cuarterones, separados mediante peinazos con molduras similares –pero de diferente tamaño– arriba y abajo. Los cuarterones superiores, en cuarto bocel cada uno, quedan integrados en el cabecero en forma de arco de medio punto que corona el cerco que guarda al conjunto. La ornamentación de uno y otro cuarterón presenta un motivo vegetal labrado en la madera, a modo de caulículo o tallo que se desdobla para adueñarse del espacio por completo; todo ello, dentro de un bordón helicoidal que cierra una y otra superficie. En los cuarterones medios, también con bordón perimetral, aparece un motivo con forma caprichosa asomando por cada ángulo. En el centro de cada panel se muestra tallado un motivo, representado por dos manos entrecruzadas (símbolo de colaboración y fraternidad, común en numerosas sociedades obreras) dentro de un globo terráqueo (que aporta el concepto de universalidad) orlado con guirnalda vegetal. Los cuarterones de base, más alejados de la vista y expuestos a sufrir rigores, recogen simples formas cúbicas dispuestas de manera concéntrica y de creciente volumen a medida que se aproximan a su florón interior. Los peinazos que separan los cuarterones superiores de los medios están dispuestos conformando una ménsula sobre repisa, entre cuyas dos cartelas de soporte queda a cubierto una tablilla bajo roseta. La tablilla de la puerta izquierda contiene tallada la palabra «Año», atravesada por una estrecha cinta transversal; y la derecha, también con cinta, la cifra «1932», el año en que fue tallada por, según algunos testimonios, Pere Ciutat Estevill, ebanista foráneo domiciliado en Sot de Ferrer que, durante los años veinte y treinta, realizó puertas de gran porte para casas erigidas a lo largo del Palancia y enseñó su arte y oficio hasta a cinco artesanos diferentes del vecino lugar; según otros, el artesano fue David Aguilar Aparicio, quien la confeccionó por 1.000 pesetas, y a cuyo taller en Sot acudían casi a diario los miembros de la sociedad para ver con sus propios ojos los progresos de este ebanista (ante esta disyuntiva, cabe la posibilidad de que Pere Ciutat trabajase en el taller del que era propietario David Aguilar, y que tanto esta puerta como otras tantas saliesen de las manos expertas de ambos artesanos). La cara interior de ambas puertas, en cambio, la descubrimos sobria, sin decoración alguna, por ser batientes hacia el interior del inmueble y quedar ocultas en su servicio.


Como bien sabe la lectora y el lector, este portalón (que ha estado aguardando desde 1987 un nuevo emplazamiento digno) perteneció antes al edificio que, por breve tiempo, sirvió de sede a la asociación de jubilados y pensionistas. Aquel viejo caserón, ya derruido y que estaba situado donde se encuentra hoy la sede actual de la mencionada asociación, tuvo en su origen una finalidad y unos promotores bien distintos. Fue levantado en 1932 –en el mismo año que el matadero– por la Sociedad Obrera, una agrupación organizada de trabajadores que no solo destacó en su municipio, sino que supuso un referente para toda la comarca.

No fue la única manifestación del trabajo cooperativo con que contó Soneja, como tampoco la primera. La existencia de iniciativas obreras en Soneja parece remontarse al periodo de la Asociación Internacional de Trabajadores o Primera Internacional (1864-1876), y se tiene conocimiento de la existencia de una cooperativa local denominada La Económica que funcionó entre 1904 y, al menos, 1916. Pero una de las primeras constancias sólidas de ese sindicalismo en Soneja la encontramos en el II Congreso de la CNT, celebrado en el Teatro de la Comedia de Madrid, entre el 10 y el 17 de diciembre de 1919. A este encuentro asistió el anarquista Juan Gallego Crespo en calidad de delegado representante de los 140 miembros federados de la sociedad El Obrero Instructor de Soneja o, más correctamente denominada, Sociedad Obrera Instructiva (la citada Sociedad Obrera). Precisamente, al sindicalista geldano Ramón Prior Ríos –que figurará como uno de los inculpados en el expediente de la Causa General referido a Soneja durante el temprano franquismo– se le atribuye la fundación, ese año, del Sindicato Único de Soneja o Sindicato Único de Oficios Varios de Soneja; este no debe confundirse con la Sociedad de Oficios Varios de Soneja (que surgiría el 20 de octubre de 1936 al calor del sindicato UGT), pero sí identificarse con la Sociedad Obrera. Esta sociedad sindical dio acogida a las reivindicaciones de un destacado número de trabajadores, procedentes de industrias como El Nuevo Sol, surgida en 1921 de la mano de Antonio Martínez Ballester, José Gil Martínez y Ramón Rivas Aparicio. Los tres socios, junto a otros trabajadores, sacaron adelante un horno de yeso en común al emular las experiencias narradas por Ubaldo Zorita Soriano, referentes al modo como se trabajaba en las cooperativas galas.
La Sociedad Obrera Instructiva convivió en aquellos años veinte con otras asociaciones locales, como fueron la Sociedad Agrícola, el Sindicato Agrícola de San Miguel (sindicato católico surgido en 1911), el Círculo Recreativo Independiente (constituido en 1899) y la Sociedad Unión Musical (aparecida a finales del XIX, pero formalizada en 1900). Y aunque la innovadora iniciativa que supuso en la comarca el surgimiento de la Sociedad Obrera fue calificada por el cronista local José Cases, bastantes años después, como «el primer brote autogestionario, iniciado por valerosos compañeros sindicalistas, para paliar los abusos y despidos caprichosos de los patronos», no pudo ser vista con los mismos ojos por parte de determinados sectores empresariales y políticos coetáneos, por cuanto suponía de competencia entre productores dentro de un mismo mercado empresarial, por algunas maneras de proceder empleadas y por el claro posicionamiento de izquierdas y reivindicativo asumido.

Chalet del tio Jacinto
Para lograr un mayor provecho y dar sentido completo al fin para el que se había constituido, algunos miembros de esta organización síndico-instructiva formaron parte de la veintena de vecinos sonejeros que el 17 de julio de 1927 se reunieron en el desaparecido chalet modernista de Jacinto Villanova Piquer (situado en el número 2 de la avenida del General Primo de Rivera, y hoy plaza de España número 6) para fundar la Sociedad Cultural. Fue esta una ejemplar iniciativa popular impulsada desde el seno de la Sociedad Obrera, entre otras instancias públicas y privadas, para promover la instrucción pública y la lectura entre los socios. Unos socios quienes, a pesar de su heterogeneidad, quisieron y supieron aglutinarse en aquellos años alrededor de un proyecto cultural de concertación, de gran amplitud y calado, que se propuso invertir en el desarrollo de lo que hoy se conocería como el «capital humano» de Soneja; una labor didáctica cuyos últimos años, durante la guerra fratricida, desarrolló César Iquino Lara. De aquel proyecto cultural ha llegado a nuestro presente, además de su memoria, la veterana enciclopedia Espasa que aún hoy ofrece orgullosamente la Biblioteca Municipal de Soneja a quien hasta ella se acerca.
Y es que es en esta iniciativa donde posiblemente podamos rastrear el origen del proverbial alto nivel cultural que a los moradores de esta población les atribuyeron, a menudo, las gentes de la comarca; tal vez sea en el éxito alcanzado por esta empresa cultural, precursora de las bibliotecas municipales de la comarca, donde bien podría radicar el origen del apelativo «abogados» que aún hoy reciben los sonejeros por parte de sus convecinos comarcales, pues –como apuntó Gastón Leval en la década de los setenta– «tan proverbial era su elevación moral que a menudo se acudía a su arbitraje para resolver ciertos litigios». Es esta una explicación plausible a la naturaleza del apelativo, ajena a toda ironía o chanza. Por otra parte, difícilmente puede sustentarse en un hipotético número elevado de ejercientes o estudiantes en leyes que hubiese proporcionado la villa: tan solo cuatro sonejeros –Salvador Blay Martínez, los hermanos Antonio y Miguel Fornes Bon, y Gaspar Juan Gil– se formaron en los estudios de Jurisprudencia, Derecho o Derecho Civil y Canónico a lo largo de todo el siglo XIX y principios del XX en la Universidad de Valencia. Una tasa verdaderamente modesta si atendemos a las cifras presentadas por municipios como Segorbe (cuarenta y seis), Jérica (diecisiete) o Altura (siete).
La Sociedad Obrera aún perviviría con su denominación original hasta 1931 al menos, cuando Ramón Rivas Aparicio representase a sus 86 miembros en el III Congreso confederal, el cual tuvo lugar entre el 11 y el 16 de junio de ese año en Madrid. En 1932 –ese año que por uno y otro motivo nos ocupa– encontramos no ya el rastro de la así nombrada sociedad cenetista, sino el nuevo por el que mudó: Sindicato Único de Oficios Varios de Soneja. Fue este un sindicato adscrito a la CNT-AIT, de los denominados «de Oposición», en cuyo sello podían verse dos manos entrelazadas sobre sendas ramas de laurel, divisa como la mostrada por esa gran puerta. En enero de estas calendas impulsó una Federación Comarcal, pues era un sindicato sólido a nivel local, con un grado de implantación tan notorio que le llevó a contar en Soneja con 105 afiliados en el mes de octubre, 120 en febrero de 1934 y hasta 240 en mayo de 1936, el año en que participaría en el IV Congreso de la CNT, celebrado en Zaragoza entre el 1 y el 10 de mayo. Desconocemos qué fue lo que motivó que, en tan pocos años (más acusadamente, los dos últimos), aumentase la cifra de socios hasta triplicarla; pero bien pudo deberse, además de a un crecimiento per se, a la adhesión al sindicato sonejero del colectivo cenetista de Sot de Ferrer –y al cual pertenecía Pere Ciutat–, la cual se produjo con anterioridad al inicio de la contienda.

Como se ha dicho, hubo otras organizaciones obreras en Soneja en aquellos convulsos años: Sociedad de Oficios Varios o Trabajadores de la Tierra y Oficios Varios, Cooperativa Obrera Agrícola, Cooperativa Popular de Consumo, Nuevo Rumbo. Para esta ocasión, tan solo hemos querido dar noticia de la sociedad para la cual se engendró la ya casi octogenaria puerta que ampara el nuevo salón. Una puerta que se ha convertido en un bien cultural colectivo, en patrimonio de todas las sonejeras y todos los sonejeros.
Gracias a quienes habéis aportado vuestro momento para recuperar esta memoria. Salud y buenas fiestas.

Fuente:
Rodriguez i Rodriguez, Miquel-Àngel (2011), A las puertas de la Sociedad Obrera. Libros de Fiestas Soneja 2011. Soneja: Ayuntamiento de Soneja.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Buen artículo,a ver si salen más documentos de nuestra historia...