Desde este blog queremos ir
recuperando la historia comarcal, la parte de ella que va cayendo en el olvido y es
necesario sacar a la luz. En esta ocasión nos centramos en Soneja, ya que el movimiento obrero allí tuvo una gran
importancia y creemos que a gran parte de los palantinos les es
desconocido. Para ello vamos a publicar un interesante artículo publicado en
2011 en el libro de fiestas de Soneja, que consideramos de gran interés. Su nombre es "A las puertas de la sociedad obrera" y su autor Miguel Ángel Rodríguez Rodríguez. A parte del interés que suscita dicho trabajo, podemos disfrutar también de las bonitas fotografías que ha incluido Miguel, que ilustran lo que aún conservamos de aquellos hechos.
A LAS
PUERTAS DE LA SOCIEDAD OBRERA
El pasado 27 de febrero fue inaugurado el nuevo Salón de Usos Múltiples
municipal, tras acometer el ayuntamiento una obra de acondicionamiento total
del edificio que, desde 1932 y hasta 2004, funcionó como Matadero Municipal. Su
nuevo cometido principal es servir como merecido gran local de ensayos para la
banda de la Sociedad Unión Musical. Al realizar la adecuación, se ha querido
conservar de aquella gran nave original su misma fachada, recuperando un
antiguo acceso que existía en su lado izquierdo y adaptando el vano central
para incorporar un gran portalón rematado en arco, cargado de bagaje.
En sí mismo, ese gran portal es un conjunto de piezas recio y de
impecable hechura. Realizado con madera de mobila
(Mobile) y posiblemente de olmo negro, consta de dos grandes hojas verticales
separadas entre sí, en toda su alzada y a modo de parteluz, mediante una
estrechísima columna entre salomónica y serpenteante. Vistas desde fuera, cada
hoja o puerta presenta la misma división en tres cuarterones, separados
mediante peinazos con molduras similares –pero de diferente tamaño– arriba y
abajo. Los cuarterones superiores, en cuarto bocel cada uno, quedan integrados
en el cabecero en forma de arco de medio punto que corona el cerco que guarda
al conjunto. La ornamentación de uno y otro cuarterón presenta un motivo
vegetal labrado en la madera, a modo de caulículo o tallo que se desdobla para
adueñarse del espacio por completo; todo ello, dentro de un bordón helicoidal
que cierra una y otra superficie. En los cuarterones medios, también con bordón
perimetral, aparece un motivo con forma caprichosa asomando por cada ángulo. En
el centro de cada panel se muestra tallado un motivo, representado por dos
manos entrecruzadas (símbolo de colaboración y fraternidad, común en numerosas
sociedades obreras) dentro de un globo terráqueo (que aporta el concepto de
universalidad) orlado con guirnalda vegetal. Los cuarterones de base, más
alejados de la vista y expuestos a sufrir rigores, recogen simples formas
cúbicas dispuestas de manera concéntrica y de creciente volumen a medida que se
aproximan a su florón interior. Los peinazos que separan los cuarterones
superiores de los medios están dispuestos conformando una ménsula sobre repisa,
entre cuyas dos cartelas de soporte queda a cubierto una tablilla bajo roseta.
La tablilla de la puerta izquierda contiene tallada la palabra «Año»,
atravesada por una estrecha cinta transversal; y la derecha, también con cinta,
la cifra «1932», el año en que fue tallada por, según algunos testimonios, Pere
Ciutat Estevill, ebanista foráneo domiciliado en Sot de Ferrer que, durante los
años veinte y treinta, realizó puertas de gran porte para casas erigidas a lo
largo del Palancia y enseñó su arte y oficio hasta a cinco artesanos diferentes
del vecino lugar; según otros, el artesano fue David Aguilar Aparicio, quien la
confeccionó por 1.000 pesetas, y a cuyo taller en Sot acudían casi a diario los
miembros de la sociedad para ver con sus propios ojos los progresos de este
ebanista (ante esta disyuntiva, cabe la posibilidad de que Pere Ciutat
trabajase en el taller del que era propietario David Aguilar, y que tanto esta
puerta como otras tantas saliesen de las manos expertas de ambos artesanos). La
cara interior de ambas puertas, en cambio, la descubrimos sobria, sin
decoración alguna, por ser batientes hacia el interior del inmueble y quedar
ocultas en su servicio.
Como bien sabe la lectora y el lector, este portalón (que ha estado
aguardando desde 1987 un nuevo emplazamiento digno) perteneció antes al
edificio que, por breve tiempo, sirvió de sede a la asociación de jubilados y
pensionistas. Aquel viejo caserón, ya derruido y que estaba situado donde se
encuentra hoy la sede actual de la mencionada asociación, tuvo en su origen una
finalidad y unos promotores bien distintos. Fue levantado en 1932 –en el mismo
año que el matadero– por la Sociedad
Obrera, una agrupación organizada de trabajadores que no solo destacó en su
municipio, sino que supuso un referente para toda la comarca.
No fue la única manifestación del trabajo cooperativo con que contó
Soneja, como tampoco la primera. La existencia de iniciativas obreras en Soneja
parece remontarse al periodo de la Asociación Internacional de Trabajadores o
Primera Internacional (1864-1876), y se tiene conocimiento de la existencia de
una cooperativa local denominada La
Económica que funcionó entre 1904 y, al menos, 1916. Pero una de las
primeras constancias sólidas de ese sindicalismo en Soneja la encontramos en el
II Congreso de la CNT, celebrado en el Teatro de la Comedia de Madrid, entre el
10 y el 17 de diciembre de 1919. A este encuentro asistió el anarquista Juan
Gallego Crespo en calidad de delegado representante de los 140 miembros
federados de la sociedad El Obrero
Instructor de Soneja o, más correctamente denominada, Sociedad Obrera Instructiva (la citada Sociedad Obrera).
Precisamente, al sindicalista geldano Ramón Prior Ríos –que figurará como uno
de los inculpados en el expediente de la Causa General referido a Soneja
durante el temprano franquismo– se le atribuye la fundación, ese año, del
Sindicato Único de Soneja o Sindicato Único de Oficios Varios de Soneja; este
no debe confundirse con la Sociedad de Oficios Varios de Soneja (que surgiría
el 20 de octubre de 1936 al calor del sindicato UGT), pero sí identificarse con
la Sociedad Obrera. Esta sociedad sindical dio acogida a las reivindicaciones
de un destacado número de trabajadores, procedentes de industrias como El
Nuevo Sol, surgida en 1921 de la mano de Antonio Martínez Ballester, José
Gil Martínez y Ramón Rivas Aparicio. Los tres socios, junto a otros
trabajadores, sacaron adelante un horno de yeso en común al emular las
experiencias narradas por Ubaldo Zorita Soriano, referentes al modo como se
trabajaba en las cooperativas galas.
La Sociedad Obrera Instructiva convivió en aquellos años veinte con otras
asociaciones locales, como fueron la Sociedad
Agrícola, el Sindicato Agrícola de
San Miguel (sindicato católico surgido en 1911), el Círculo Recreativo Independiente (constituido en 1899) y la Sociedad Unión Musical (aparecida a
finales del XIX, pero formalizada en 1900). Y aunque la innovadora iniciativa
que supuso en la comarca el surgimiento de la Sociedad Obrera fue calificada
por el cronista local José Cases, bastantes años después, como «el primer brote
autogestionario, iniciado por valerosos compañeros sindicalistas, para paliar
los abusos y despidos caprichosos de los patronos», no pudo ser vista con los
mismos ojos por parte de determinados sectores empresariales y políticos
coetáneos, por cuanto suponía de competencia entre productores dentro de un
mismo mercado empresarial, por algunas maneras de proceder empleadas y por el
claro posicionamiento de izquierdas y reivindicativo asumido.
Chalet del tio Jacinto |
Para lograr un mayor provecho y dar sentido completo al fin para el que
se había constituido, algunos miembros de esta organización síndico-instructiva
formaron parte de la veintena de vecinos sonejeros que el 17 de julio de 1927
se reunieron en el desaparecido chalet
modernista de Jacinto Villanova Piquer (situado en el número 2 de la avenida del General Primo de Rivera, y
hoy plaza de España número 6) para fundar la Sociedad Cultural. Fue esta una ejemplar iniciativa popular
impulsada desde el seno de la Sociedad Obrera, entre otras instancias públicas
y privadas, para promover la instrucción pública y la lectura entre los socios.
Unos socios quienes, a pesar de su heterogeneidad, quisieron y supieron
aglutinarse en aquellos años alrededor de un proyecto cultural de concertación,
de gran amplitud y calado, que se propuso invertir en el desarrollo de lo que
hoy se conocería como el «capital humano» de Soneja; una labor didáctica cuyos
últimos años, durante la guerra fratricida, desarrolló César Iquino Lara. De
aquel proyecto cultural ha llegado a nuestro presente, además de su memoria, la
veterana enciclopedia Espasa que aún hoy ofrece orgullosamente la Biblioteca
Municipal de Soneja a quien hasta ella se acerca.
Y es que es en esta iniciativa donde posiblemente podamos rastrear el
origen del proverbial alto nivel cultural que a los moradores de esta población
les atribuyeron, a menudo, las gentes de la comarca; tal vez sea en el éxito
alcanzado por esta empresa cultural, precursora de las bibliotecas municipales
de la comarca, donde bien podría radicar el origen del apelativo «abogados» que
aún hoy reciben los sonejeros por parte de sus convecinos comarcales, pues
–como apuntó Gastón Leval en la década de los setenta– «tan proverbial era su
elevación moral que a menudo se acudía a su arbitraje para resolver ciertos
litigios». Es esta una explicación plausible a la naturaleza del apelativo,
ajena a toda ironía o chanza. Por otra parte, difícilmente puede sustentarse en
un hipotético número elevado de ejercientes o estudiantes en leyes que hubiese
proporcionado la villa: tan solo cuatro sonejeros –Salvador Blay Martínez, los
hermanos Antonio y Miguel Fornes Bon, y Gaspar Juan Gil– se formaron en los
estudios de Jurisprudencia, Derecho o Derecho Civil y Canónico a lo largo de
todo el siglo XIX y principios del XX en la Universidad de Valencia. Una tasa
verdaderamente modesta si atendemos a las cifras presentadas por municipios
como Segorbe (cuarenta y seis), Jérica (diecisiete) o Altura (siete).
La Sociedad Obrera aún perviviría con su denominación original hasta 1931
al menos, cuando Ramón Rivas Aparicio representase a sus 86 miembros en el III
Congreso confederal, el cual tuvo lugar entre el 11 y el 16 de junio de ese año
en Madrid. En 1932 –ese año que por uno y otro motivo nos ocupa– encontramos no
ya el rastro de la así nombrada sociedad cenetista, sino el nuevo por el que
mudó: Sindicato Único de Oficios Varios
de Soneja. Fue este un sindicato adscrito a la CNT-AIT, de los denominados «de
Oposición», en cuyo sello podían verse dos manos entrelazadas sobre sendas
ramas de laurel, divisa como la mostrada por esa gran puerta. En enero de estas
calendas impulsó una Federación Comarcal, pues era un sindicato sólido a nivel
local, con un grado de implantación tan notorio que le llevó a contar en Soneja
con 105 afiliados en el mes de octubre, 120 en febrero de 1934 y hasta 240 en
mayo de 1936, el año en que participaría en el IV Congreso de la CNT, celebrado
en Zaragoza entre el 1 y el 10 de mayo. Desconocemos qué fue lo que motivó que,
en tan pocos años (más acusadamente, los dos últimos), aumentase la cifra de
socios hasta triplicarla; pero bien pudo deberse, además de a un crecimiento per se, a la adhesión al sindicato
sonejero del colectivo cenetista de Sot de Ferrer –y al cual pertenecía Pere
Ciutat–, la cual se produjo con anterioridad al inicio de la contienda.
Como se ha dicho, hubo otras organizaciones obreras en Soneja en aquellos
convulsos años: Sociedad de Oficios
Varios o Trabajadores de la Tierra y
Oficios Varios, Cooperativa Obrera
Agrícola, Cooperativa Popular de
Consumo, Nuevo Rumbo. Para esta
ocasión, tan solo hemos querido dar noticia de la sociedad para la cual se
engendró la ya casi octogenaria puerta que ampara el nuevo salón. Una puerta
que se ha convertido en un bien cultural colectivo, en patrimonio de todas las
sonejeras y todos los sonejeros.
Gracias a quienes habéis aportado vuestro momento para recuperar esta
memoria. Salud y buenas fiestas.
Fuente:
Rodriguez i Rodriguez, Miquel-Àngel (2011), A las
puertas de la Sociedad Obrera. Libros de Fiestas Soneja 2011. Soneja:
Ayuntamiento de Soneja.
1 comentario:
Buen artículo,a ver si salen más documentos de nuestra historia...
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