“Y así, los compañeros de Ludd marcharon con paso firme a devastar
máquinas, y en efecto devastaron infinidad de ellas. Y los poderosos fueron
presa de un terror que se les agarró con fuerza a las entrañas”.
Apólogo del
mecanoclasta.
Seguimos
pensando que la Historia no se puede despolitizar, ya que esto es lo que
requiere su mercantilización. Para venderla al mercado es necesario vaciarla de
todo su contenido para agradar a todos, y que aquellos a los que pudiera servir
su conocimiento no extraigan sus propias conclusiones. El libro del que vamos a
hablar “La Cólera de Ludd” de Julius
Van Daal, editado por Pepitas de Calabaza en 2015, no es un libro objetivo; el
autor lo reconoce abiertamente y se posiciona en el bando de los pobres, algo
que dice mucho de él en un ámbito en el que ya pocos lo hacen.
El libro se
centra en la rebelión Ludita de principios del s.XIX en Inglaterra y aunque
pueda parecer que es algo del pasado, quien no vea la historia como algo
cerrado podrá ver las múltiples similitudes de la época de los luditas con la
nuestra. Fue una época de un cambio radical que produjo un malestar creciente
de la población que les llevó a cuestionarse las cosas y a tomar partido activo
en lo que estaba pasando. Con la destrucción de las maquinas que les robaban el
trabajo y lo convertían en algo inhumano, se opusieron al primer
industrialismo. Fué el paso de la producción manual a la producción fabril
mecanizada, proceso que deja mucho que desear. Para muchos historiadores este
cambio, aunque produjo alteraciones, desordenes y miserias, era necesario ya
que se posicionan al lado de la burguesía y de la falacia de la teoría del
Progreso. Para muchos de ellos la miseria que creó, crea y seguirá creando el
industrialismo, deben de ser nimiedades.
Los
desheredados de Inglaterra pasaron en poco tiempo de vivir en pequeños pueblos
en los que la producción era manual y en comunidad, sin atender a horarios ni
fechas, y con múltiples tareas; a una forma de producción mecanizada en fábricas,
con horarios, con tareas individuales y segmentadas, en ciudades grises y mugrientas en las que ya
no era lo humano lo que marcaba los ritmos si no la mercancía y la máquina.
Fueron los comienzos de lo que hoy conocemos. Toda una sociedad entera puesta
al servicio de una elite burguesa para la producción de mercancías en la que ya
no es lo humano lo que importa si no la máquina y su producción. Era el
comienzo de la maquina industrial en la que todo el mundo se tenía que poner a
su servicio y se tenían que poner las condiciones para empujar a la población hacia
ella. Para que el
cambio fuese posible fue necesario ir degradando los antiguos estilos de vida en un largo periodo de tiempo a través
de múltiples formas como la privatización de las tierras comunales, el incremento
de la competencia, el encarecimiento de los productos básicos…etc
Puede parecer
todo esto muy exagerado pero lean ustedes cualquier testimonio de la época y descubrirán
en que se asienta nuestros sistema actual. Es aquí cuando la burguesía empieza
a elaborar sus teorías sobre el sometimiento de los pobres hasta la creación del
“homo economicus” de hoy en día. Empiezan a elaborarse teorías de que el
beneficio privado, que es la búsqueda individual del interés personal lo que traerá
la prosperidad pública, es decir, es el egoísmo de cada uno separado de los
intereses de su comunidad lo que hará evolucionar a esta. En 1789 Jeremy
Bentham afirmaba que “la felicidad es la posibilidad de consumir el mayor número
posible de bienes materiales” y fue él el inventor del “Panóptico”,
el modelo de prisión que colocaba, y coloca, a los presos bajo la mirada del
vigilante, basándose en la fábrica que su hermano tenía en Rusia. Aquí podemos
observar que las fábricas y las cárceles nacieron en la misma época y que,
junto a más tarde la escuela, nacieron bajo los mimos patrones. También estaba
Malthus a quien le gustaba decir “El
hambre empujará a los indigentes hacia la fábrica”. Resumiendo: se
empezaban ya a elaborar las teorías para el sometimiento de los pobres tanto
moral como físicamente para que se adaptaran tanto a la maquina como a el
ideario burgués de aquellos.
Y de aquellos
barros vienen estos lodos. Más arriba he mencionado que existen muchas
similitudes entre aquella época y la nuestra, asunto que a muchos de aquellos
influenciados con la teoría del Progreso les puede llamar la atención pero ¿cuáles
son?. Por poner solo un ejemplo: a finales del s.XX muchas empresas
textiles españolas como Inditex empezaron en pequeños talleres de muy pocos trabajadores. Inditex, en un momento dado, les empezó a presionar, debido a la
competencia esa de la que nuestros políticos nos hablan como si fuera una
virtud, y empezaron a aumentar su producción, a presionar a sus trabajadores y a vender sus mercancías cada vez más baratas hasta que un día ya no pudieron más
y la producción se lleva a Asia, a grandes fábricas en las que los trabajadores
están en unas condiciones lamentables. Los procesos ahora son mucho más cortos
que en aquella época, pero son los mismos. Gran parte de la producción de las mercancías
en la actualidad se basan en la esclavitud, en unas condiciones físicas y de
salario lamentables mientras los empresarios hacen pingües beneficios sobre
ello y el sistema los pone como los ejemplos a seguir. La extracción de valor,
cada día es más difícil debido a la competencia salvaje que existe. Lo vemos
todos los días, si no fuera por el trabajo esclavo el sistema en el que vivimos
no se sostendría.
Con el proceso
de monetización y mercantilización de todo lo existente a lo largo de la historia del capitalismo ha llegado un momento que aquella supuesta integración en el
sistema de los más pobres va a dejar de ser una realidad, si es que algún día
lo fué. Cada vez más porciones de la población van a dejar de ser útiles para
la producción de valor y de mercancías. Se calcula que para 2020 la tecnología va
a destruir 5 millones de puestos de trabajo. Ya no se trata de seguir aferrándose
a un sistema que te exprime y te expulsa, si no de crear algo nuevo en lo que
lo humano, y no la maquina o la mercancía, sea lo primero.
Interesantísimo
libro que nos han suscitado todas estas reflexiones y que sabemos que no será
la última vez que aparezca citado por este blog. Nos dejamos muchísimas cosas
en el tintero pero ya sabéis que tenéis este libro a vuestra disposición en el
Ateneo Libertario “Octubre del 36”. Para terminar os dejamos con una de las
cartas que Ned Ludd le envió al ministro de Hacienda Nicholas Vansittart cuando
aceptó el cargo:
Señor
Puesto que ha aceptado usted el puesto de
Ministro de Hacienda, espero que la suerte de su predecesor [Spencer Perceval,
que ha ocupado el mismo puesto de 1807 a 1809] le inculque a usted cierta
sensatez; pues si está determinado a perseverar en sus iniquidades y a oprimir
a los pobres como él hizo, es porque ha decidido compartir su misma suerte.
Aunque apuesto a que la legitimidad de su muerte tendrá algún efecto sobre su
conducta y que, en consecuencia, hará todo lo que esté en su poder para
constatar y corregir las desgracias que él causó; de no ser así, sufrirá las
consecuencias. Le ofrezco discretamente este consejo; si no lo aprovecha, será
culpa suya. Será vigilado estrechamente y, si no se determina una mejora inmediata
de la suerte de los pobres, dentro de poco recibirá noticias mías.
Sinceramente suyo,
Ned Ludd
Sinceramente
vuestro:
Santiago
Fernández
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